Al igual que con el terror , la ciencia ficción no ocupa un gran lugar dentro de la historia del cine nacional. Los habituales representantes clásicos como “Invasión”, “Moebius” y “Hombre mirando al sudeste”, funcionan como una suerte de espejo en el que proyectarse. Una suerte de modelo que permite contar historias de ciencia ficción “filmables”, y en cierto punto, más realistas que fantásticas.
Sin embargo, la cuestión presupuestaria no es el único condicionante. Evidentemente, existe en la literatura argentina (con Borges y Bioy como representantes) una fascinación por ese entrecruzamiento de aguas (la irrupción de lo extraordinario en lo cotidiano), y, por supuesto, una fascinación por el espacio-tiempo
“Inmortal”, el regreso de Fernando Spiner a la sci-fi, se inserta en toda esa tradición, pero también en la propia visión de su filmografía. Spiner es un hombre de géneros. Hizo anteriormente dos películas de ciencia ficción (“La sonámbula” y “Adiós querida luna”), y un western (“Aballay: el hombre sin miedo”), así que su incursión con “Inmortal” no es casual.
El film inicia con la llegada de Ana a Buenos Aires, tras la muerte de su padre. A través de la viuda, descubre un entramado que la lleva a entender la razón de la quiebra económica de su padre: ha estado financiando un experimento secreto para viajar más allá de lo visible.
Las calles de Buenos Aires, solitarias y laberínticas, perfectamente encuadradas por Fernando Spiner, se asemejan a las del film de Hugo Santiago, con un fuerte componente fotográfico que eternaliza, por un lado, los rostros de un contexto social (puro presente), y por otro, la de capturar imágenes en constante movimiento, en donde existe la posibilidad de registrar otra realidad posible.
Lo de Belén Franco es muy convincente, incluso cuando existen momentos en los que el film va perdiendo verosimilitud, a través de la ampulosidad de ciertos diálogos.
“Inmortal” está llena de buenas intenciones y mucha ambición. El problema sucede cuando los efectos especiales (a los que les falta cocción) comienzan a boicotear la trama y a restarle fuerza a lo construido.
El tono solemne, algo “nolanesco” en sus búsquedas metafísicas, choca cuando la trama se desata hacia la ciencia ficción más pura y camp. Se hubiera agradecido algo de ligereza y humor en el tono de “Inmortal”, sin embargo, el film de Spiner es sumamente competente, y una interesante aproximación a los terrenos fantásticos poco explorados en la cinematografía argentina.