La nueva película de Fernando Spiner, vista en Mar del Plata 2020, llega finalmente a salas con una historia de ciencia ficción metafísica y melancólica. La poética existencia de un lugar, como un espacio onírico, que puede visitarse por un rato. Al que uno puede acceder, mediante un código y luego de un viaje en un misterioso ascensor, para reencontrarse con los que perdió y, acaso, hablar con ellos una vez más.
Es la historia que firma Spiner y el escritor y guionista Pablo de Santis y que remite a cierto cine argentino de los ochenta y primeros noventa: Moebius, de Gerardo Mosquera, Hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela. Historias ingeniosas, ideas poderosas y un cruce entre el realismo y el fantástico. O el realismo mágico, como solía decirse del cine de Subiela.
Más allá de lo que venga a la cabeza a cada uno, la que descubrirá ese lugar (El Eteo) es Ana (Belén Blanco), una fotógrafa que llega de Roma a un hotel de Constitución, en duelo por la muerte de su padre (Patricio Contreras). En Buenos Aires, reencontrándose con la ciudad y sus recuerdos, sabrá que el padre estaba involucrado en ese proyecto, manejado por su socio (Daniel Fanego) y su escepticismo se irá desarmando de a poco.