Retorna a las salas un emblema del cine independiente, como Fernando Spiner. Y lo hace bajo el formato genérico de su preferencia, la ciencia ficción. Una pérdida familiar se convierte en el disparador de “Inmortal”, film a través del cual Spiner elucubra una forma alternativa de comunicarse con las personas que ya no están en plano físico. No se trata de una conexión espiritual o emocional, sino de algo concreto que se instituye como verosímil. A partir de ello, desarrolla una idea que Eva Benito y Pablo de Santis firman a dúo. El eje de la película plantea la posibilidad de una dimensión paralela; y de allí se produce la apertura a un paradigma que involucra la participación de corporaciones capitalistas en medio de un negocio turbio, en donde se ve inserta la protagonista de la película, en la piel de Belén Blanco. Una fotógrafa, quien mejor que ella para capturar esa porción de realidad, a veces una ilusión. El acto que representa resguardar ese instante que permanecerá en la memoria, incluso en un intento de prolongar el asombro ante aquel abismo: la puerta de entrada a un mundo paralelo incrementa, multiplica, las realidades posibles.
Artesano de la imagen, Spiner concibe una atractiva búsqueda estética, podemos constatarlo en la coloración elegida para cada tramo. También en su puesta en escena, retratando porciones de la misteriosa Buenos Aires y sus márgenes. Acaso una ciudad en construcción, como un gran laboratorio, pueden rincones porteños reconocibles habitar la extrañeza absoluta. “Inmortal” se conforma como un relato infrecuente para nuestro medio, mixturando el policial fantástico con el drama psicológico. Retornando a las fuentes de la poco explorada tradición de la industria nacional en el ámbito sci-fi. Una historia que se remonta a una gema de culto como “Invasión” (Hugo Santiago, 1968). Su poco habitual tránsito continúa hasta logradas perlas de la década del ’90, como “Moebius” (1996, Gustavo Mosquera) o “La Sonámbula” (1998, el propio Spiner) y de allí al nuevo milenio, con films como “La Antena” (2007, Esteban Sapir) o “Fase 7” (2011, Nicolás Goldbart).
Aquí, el cineasta retoma semejante legado, apostando a un género atravesado por la identidad del ser nacional, el relato está impregnado por la coyuntura social. Referencias a un libro oriental milenario nos instruyen acerca de probabilidades. “Inmortal” plantea interrogantes, como cajas chinas que refractan sus sentidos; los resuelve y abre nuevas inquietudes. Un bucle sin fin. Spiner construye una experiencia audiovisual para disfrutar en pantalla grande, si su dilema argumental plantea derrotar a la muerte, aunque sea por un breve lapso, metafóricamente intenta el autor derrotar el visionado de estrenos en plataformas y pantallas domésticas. Proyectada por primera vez en el marco del Festival de Cine de Mar del Plata de 2020, cuenta el film con un gran elenco: Analía Couceyro, Patricio Contreras, Elvira Onetto y Daniel Fanego, se suman para completar un cast sumamente eficiente. Un ejemplar de cine nacional para destacar dentro de la cosecha anual.