Tarsem Singh: un director fascinante, un virtuoso en el apartado visual. Quizás sus filmes no sean una maravilla en cuanto a historia - La Celda, Espejito, Espejito, Inmortales - pero estéticamente son impresionantes. Es un cineasta que trabaja con fantasías, colores, texturas, creando auténticos cuadros vivientes, talento que ha dado prueba patente en La Celda - quizás su mejor obra -. Sea por ocio, dinero o como un reto personal, lo cierto es que aquí Tarsem ha abandonado todo su estilo florido y se ha encastrado con un thriller común y corriente, el cual ni siquiera califica de minimamente potable. ¿Ha perdido su mojo?. ¿Tanto le ha disgustado la historia que ha trabajado a desgano y por eso produjo este bodrio?. ¿O será que, aparte de lo visual, no hay un auténtico talento como narrador en las manos de este cineasta indio?.
El filme viene rubricado por los hermanos Alex y David Pastor, los cuales hicieron la pasable Infectados (2009) y la extraña Los Ultimos Dias (2013). Aquí hay una idea de fondo que es apasionante, pero el enfoque tomado es una pifia de acá a la Quiaca: un hombre asume otra identidad (y otro cuerpo) y empieza una nueva vida, hasta que descubre algo intrigante que comienza atormentarlo y arruina su nueva existencia. No es una idea nueva - la brillante Seconds de John Frankenheimer es quien inauguró el concepto, convirtiéndolo en un thriller paranoico excepcional -, pero aquí está terriblemente ejecutada. Comenzando por el casting, en donde Ben Kingsley se la pasa haciendo tics, destilando soberbia y frialdad. Si el tipo es el millonario que se va a morir (y a cambiar de cuerpo), algo de su personalidad debería permanecer en el nuevo recipiente... pero no. El alma de Kingsley va a parar al cuerpo de Ryan Reynolds, el cual no conserva ni el mas mínimo gesto de Kingsley. Al menos lo que tiene en comun es ese carácter hosco que lo pone a un millón de kilómetros de la simpatía del público. Es cierto que la agriedad de Kingsley genera una subtrama tan pequeña como insulsa - el distanciamiento con su hija -, que hubiera sido preferible podarla y hacer al personaje un tipo mucho mas social y afable. De paso le daban la excusa de poner a Reynolds en su mejor terreno; pero acá hasta Reynolds desentona, y parece tan a disgusto como en R.I.P.D.. Por suerte la inminente Deadpool se encargará de sacarnos el sabor amargo de la boca.
Sin dudas hay cosas buenas en Self/Less; una de ellas es Matthew Goode. Es expeditivo, destila inteligencia y, cuando empieza a pormenorizar el proceso de transferencia de mentes, es por lejos lo mejor del filme. El problema con Self/Less es que no agarra el camino paranoico de Seconds, o siquiera un estilo filosofal / introspectivo (un tipo detestable que tiene la oportunidad de comenzar una vida nueva; o el conflicto de ver cómo su corporación y sus logros siguen sin él - ¿debería comenzar un emprendimiento parecido?; ¿un genio puede aceptar tan fácilmente el anonimato y los placeres terrenales? -), prefiriendo meterse en el trillado terreno de la acción. Oh, qué casualidad, el cuerpo nuevo de Kingsley no le pertenece a un almacenero o a un albañil, sino a un letal ex marine que conoce 60 maneras distintas de matarte con el dedo pulgar. Por otra parte el shock de reconocer que se trata de un cuerpo "usado" no está barajado como debiera. Todo en el filme es rutinario e incluso traído de los pelos: cuando la historia no sabe como avanzar, Reynolds olvida de tomar su pastilla roja y obtiene (en un sueño) los convenientes recuerdos que le guían hacia la guarida secreta del villano. Eso sin considerar que - honestamente - un tipo tan egoista y despreciable como Kingsley tenga de pronto alma y sentimientos, y decida sacrificar su existencia para devolver la vida a la familia abandonada por Reynolds (cuando estaba vivo!), amén de combatir a la organización que hace transferencia de mentes y cuerpos. Es como que Donald Trump salga a patearle los traseros a los científicos que lo pusieron en el cuerpo de un latino, y no por una cuestión de racismo sino porque destrozaron los sueños de una familia mexicana. Absurdo, ¿no?.
Self/Less es profundamente insatisfactoria. Mas le hubiera valido a Tarsem Singh firmar con el seudónimo de Alan Smithee, ya que no hay nada aquí que remita al talento anterior exhibido por el cineasta. Self/Less es una película mal escrita, mal actuada y mal dirigida, y ni siquiera entretiene en un nivel mínimo; es simplemente una mediocridad que toma una idea apasionante y se da maña para arruinarla, tomando un enfoque demasiado rutinario y carente de personalidad.