Película veloz con espíritu clase B
Tarsem Singh (La celda, la deliciosa Espejito, espejito) no es un director sutil, más bien se nota su frecuente trazo grueso, hasta cochambroso. Sin embargo es uno de esos que pone la narrativa como norte. Cumple con sus antecedentes en este relato sobre un millonario (Ben Kingsley) que está por morir y al que se le ofrece la vida eterna en un nuevo cuerpo (Ryan Reynolds). Luego del "pase" y del momento en que el "locatario viejo" disfruta del cuerpo joven se desatan los problemas, los recuerdos extraños y las revelaciones que ponen en juego dilemas morales fuertes. Inmortal mezcla ciencia ficción, melodrama y secuencias de acción un tanto estiradas. Singh no tiene miedo al ridículo: lo bordea, lo mira de frente, lo abraza. Y en esa relación cercana genera una película veloz de espíritu clase B, liviana a pesar de sus temas enormes.