Casi como El 6° día, pero no
Se puede decir, sin ser denunciado en INADI ni entrando en graves polémicas con Ricardo Forster, que la ciencia ficción es más que un género una colección de temas que tienen que ver con el futuro y ciertas tecnologías. Para algunos, ciencia ficción es replicar los géneros tradicionales en el espacio exterior (Star Trek y Star Wars). Para otros, generalmente solemnes y con cara de pensar mucho como Christopher Nolan o (Dios me libre de nombrarlo otra vez) Stanley Kubrick, la ciencia ficción es un campo de especulación filosófica y moral (gente como Olaf Stapledon hace esto muy bien). Hay quienes pensaron que se podían juntar los puños de un tardío Schwarzenegger con la reflexión filosófica, lo que dio como resultado la horrorosa El 6° día (Roger Spottiswoode, 2000). Esa idea loca en menor medida es la responsable de la existencia de Inmortal, que por suerte y con sus fallas, no es tan horrorosa.
Si hay algo que no podemos negar del film de Tarsem Singh es una intensa y bien estructurada introducción que se extiende hasta el fin de la primera media hora. A partir de allí, la película comienza a diluirse para apenas terminar de salvar el honor al final. La historia tiene una premisa simple: un empresario importante llamado Damian, interpretado por el gran Ben Kingsley, está en las etapas finales de un cáncer terminal. Se le ofrece en secreto utilizar una tecnología revolucionaria para pasar su mente a un cuerpo sano a cambio de una gran cantidad de dinero. Inmortal claramente se trata de las consecuencias de sus decisiones.
El cuerpo que se le ofrece a Damian es nada menos que el de Ryan Reynolds, un actor que es la versión masculina de Amanda Seyfried en esto de ser incapaces de participar en una producción que sea realmente buena. Pero el problema de Inmortal no es particularmente Reynolds, que tiene cierta plasticidad y buena presencia para la acción, sino que más bien en principio nos encontramos con un guión un poco confuso. Singh no termina de decidirse en si su ficción especulativa debería ser o no una película de acción. Pero, con alguna secuencia más o menos buena, y una particularmente mal diagramada que involucra una persecución, la película finalmente es una de acción, tiros y una venganza violenta sin demasiados cuestionamientos. Como El 6° día sin ir más lejos, sólo que con un poco mas de criterio.
Ahora bien, el problema principal que tiene Inmortal es que la trama se detiene demasiadas veces, lo cual rompe el ritmo y genera tedio. Es como si el director necesitara esos midpoints como para recalibrar la historia y ver hacia dónde continuar. Y aunque nunca termina de empeorar del todo, termina diluyendo el buen trabajo del comienzo.
Lo que no deja de ser una sorpresa es la violencia con la cual termina de resolverse el conflicto principal que empezó como una especie de especulación moral acerca de la existencia y las posibilidades de la tecnología. Por momentos hace acordar al final violento que Homero le sugiere a Mel Gibson en aquel capítulo tan divertido de Los Simpson. Por suerte aquí no aparece el perro con la mirada sospechosa.