Otra muestra de cine de género que llega en sintonía con varias propuestas que bucean, en clásicos de la ciencia ficción, para poder construir una visión particular sobre un futuro no tan lejano y así apoyar el placer de género.
“Inmortal” (USA, 2015), del realizador Tarsem Singh, plantea un avanzado proceso de cambio de cuerpos en los que la mente posibilitará una rápida aceptación de la nueva realidad y en que el contexto dentro del cual se enmarcará la vida de los seres que participen del mismo, en vez de llegar a un punto idílico, se transformará en la peor pesadilla que alguna vez siquiera imaginaron.
Como John Woo hace algunos años planteara en “Contracara” (Face/Off), acá la idea de intercambio se basa en la posibilidad, dinero mediante, mucho, por cierto, de seguir viviendo en el cuerpo de una persona mucho más joven para así continuar con los planes que se tenían pero desde otro lugar.
Es que a pesar de “volver a vivir”, luego de morir (de manera inducida), el experimento consiste en que la mente del que paga sea colocada en un cuerpo joven, óptimo, para así seguir adelante. Y si bien el proceso de “adaptación” al nuevo cuerpo es lento, los resultados son los mejores, porque además, la corporación que está detrás del mecanismo de intercambio brinda las herramientas para que el inicio en la vida, con el nuevo cuerpo, sea el mejor.
Pero cuando el multimillonario Damian Hale (Ben Kingsley) se despierta con su nueva identidad (en el cuerpo de Ryan Reynolds), y comienza a sufrir una serie de padecimientos de “corrimiento” temporal, efectos secundarios del proceso, también comenzará a darse cuenta que detrás de su dicha hay un siniestro plan con el que, así como él pudo superar una enfermedad terminal, dejando cual ropa vieja el cuerpo que lo acompañó casi 70 años, del otro lado hay una persona a la que se la despojó de su vida por una suma de dinero para ayudarlo.
“Inmortal” juega, en una primera etapa, con la dicha y el gozo del personaje de Kingsley de descubrirse en un nuevo cuerpo joven, fuerte, ágil, viril, y aprovecha el regodeo que se le genera para lograr empatía con él, pero luego, y con el correr del metraje, la amenaza de una posible recaída lo hace dar cuenta del siniestro plan que existe para poder así completar el proceso de cambio de cuerpos y se inicia una etapa de huída de Damian para evitar ser apresado por la siniestra corporación que realizó el cambio.
Persecuciones, teoría de la conspiración a la hora del día, paranoia, y acción que busca justificar lo disparatado de la propuesta, “Inmortal” avanza sin mirar hacia atrás en la historia y disfruta de su narración.
Tarsem Singh filma con planos bellos, travellings, escenas oníricas, algunas de las tomas claves del filme, algo poco común en este tipo de thrillers, realzando su propuesta. Reynolds destaca con su verosímil actuación de un hombre viejo en el cuerpo de un joven adulto, logrando mantener toda su batería de muecas controladas y reforzando más lo corporal.
“Inmortal” es una película que intenta, básicamente, no tomarse en serio, y eso se nota a la hora de lograr entretener sin ninguna otra pretensión ni pregunta ontológica sobre el origen del hombre, pero que también intenta ocupar un lugar en un género que siempre busca nuevas propuestas para aggiornarse a los nuevos públicos que asisten masivamente a las salas.