Sin transpirar
A mitad de camino entre 300 ("de los productores de" dicta el afiche) y Furia de Titanes aparece un nueva película de polleras cortas y pechos lampiños: Inmortales.
Que prácticamente imité, o intente imitar, el estilo visual de 300 (y por extensión, de la serie Spartacus) no tendría que ser un defecto per se. El tema es que cuando las batallas no valen la pena y todo es una mera aproximación, aquello que en 300 fue sorpresa y juego visual (de uno de los directores más visuales que tiene el cine hoy como Zack Snyder) termina exponiendo una frialdad que se percibía en la otra, pero que la novedad ocultaba. También está Furia de Titanes y lo mitológico. Pero no queda a la altura de un real espíritu de aventura (que en el caso de aquella al menos había un desplazamiento, un viaje). Entonces esas idas y vueltas hacia el pueblo originario de Teseo (construido sobre un acantilado CGI) neutralizan el intento de jornada. Y principalmente como en esa última, lo que claramente falla es la épica. Carente de fisicidad (irónico ante tanto torso desnudo) el desangelado CGI liquida la faena. Si no transpiran es solo un videojuego.
Pero bueno, todo esto tiene una historia. El comienzo (con voz en off) cuenta que los inmortales del titulo libraron una batalla en la antigüedad. Los derrotados, llamados "titanes" fueron apresados en el interior del monte Tártaro. Los vencedores, auto nombrados "dioses" por su victoria, ascendieron a los cielos. El punto de ruptura de esa historia la realiza el rey Hiperión (interpretado por un Mickey Rourke que escupe mucho, al parecer los malos hacen eso) buscando un arco sagrado que permite liberar a los titanes, y de ahí en más, gobernar el mundo. Un joven llamado Teseo (Henry Cavill, de la serie Los Tudors), paria entre su gente, guerrero avezado, es quién lo enfrentara.
Una virgen oráculo será el interés amoroso de Teseo, y a su vez, la que conoce el paradero del arco. El acercamiento entre Teseo y esta joven es gélido como el resto del film, ausentes de erotismo, son dignos de una publicidad de perfume.
Apenas sobre el final en la batalla entre los Inmortales se alcanza un vuelo interesante, ahí los efectos visuales están al servicio de la acción, se nota el poder de ambas fuerzas y realmente se ve que pudo haber sido otra cosa. Pero creo que el presupuesto no alcanzó, lanzando un producto a mitad de camino, un film B (la inclusión de Stephen Dorff pareciera indicar ese camino) pero sin su espíritu festivo. Al menos resulta superior a la pésima remake de Conan. En perspectiva, podría haber sido peor.
El que disfruto Furia de Titanes y 300 no se sentirá defraudado, cumple con lo que promete. Ahora, si uno es de los que se maneja por la premisa del gran Groucho Marx "nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína", pase de largo, hay buena oferta en cartelera.