El perdón antes que la venganza
Angelina Jolie se coloca detrás de cámara y cuenta la vida de Louis Zamperini, el atleta que participó de los Juegos Olímpicos en 1936 y luchó contra los japoneses en la Segunda guerra Mundial.
Con una visión clásica del relato bélico, Angelina Jolie se coloca detrás de cámara -antes lo hizo en In the Land of Blood and Honey -2011- para contar la vida de Louis Zamperini, el atleta que participó de los Juegos Olímpicos en 1936 y se alistó en el Ejército para luchar contra los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Y, en ese sentido, el homenaje fílmico coincidió con la muerte del verdadero protagonista ocurrida el año pasado.
La odisea de Zamperini, bien encarnado en la ficción por Jack O'Connell, comienza con el personaje en plena batalla y al frente del bombardero que se estrelló en el Pacífico y lo dejó varado en medio del océano junto a dos compañeros durante más de cincuenta días.
La directora recurre al flashback para alternar los orígenes del personaje en una familia humilde italiana, su crianza en la calle y su aplaudida victoria deportiva. Zamperini fue rescatado del mar, capturado luego por los japoneses y sometido a brutales palizas en manos del capitán Watanabe -Takamasa Ishihara- en un campo de concentración en Tokyo. A pesar de su extrema experiencia, Louis mostró una fortaleza pocas veces vista en una batalla personal contra el enemigo y dentro de un contexto general de horror.
A la primer parte que transcurre en el océano, donde los tres sobrevivientes están sin comida, sufriendo las inclemencias del tiempo y el acecho de tiburones, se pasa a un segundo tramo ambientado en el campo enemigo. La cámara de Jolie no ahorra escenas de maltrato ni violencia para mostrar la monstruosidad de la guerra. Todo lo que se cuenta en Inquebrantable ya lo hemos presenciado en algún relato similar.
A la esperada respuesta de venganza por parte del personaje central aparece el perdón y una vida que el mismo Zamperini prometió dedicar a Dios si salía vivo de esa tremenda experiencia. Las escenas aéreas están logradas gracias a la ayuda del CGI, pero Jolie estira la intriga más de lo necesario en un relato que excede las dos horas y no disimula su planteamiento maniqueo.
El film llega a un desenlace en el que se muestra al verdadero Zamperini en este retrato crudo sobre lo que dejó la Segunda Guerra Mundial y contado ahora bajo el prisma de una actriz popular.