Versión argentina del éxito francés, aquí la persona en silla de ruedas es Oscar Martínez y el hombre marginado que se ocupará de él es Rodrigo de la Serna. El film es imperfecto, pero tiene una virtud: su relato y sus emociones son genuinas, gracias a una dirección que no intenta inventar cuando no es necesario y actores que entienden perfectamente a sus personajes. Su peor defecto es ser demasiado mecánico, pero se equilibra con momentos nobles.