"Crónicas de un perdedor"
El de los hermanos Coen es un sello cinematográfico tan exitoso como reconocido en el mundo entero. La formula sigue siendo la misma de “Barton Fink”, “El Gran Lebowski”, “Un hombre serio” y sus otras grandes producciones: humor negro, drama y un desfile de personajes que podríamos catalogar como los antagonistas más disfrutables y tiernos que cobran vida dentro de una sala de cine.
“Inside Llewyn Davies” está lejos de ser una película perfecta, de esas que quedaran marcadas a fuego en nuestras retinas como las anteriormente mencionadas, pero sin embargo se trata de un más que armonioso y divertido paseo por la vida trágica de un personaje que nunca existió dentro de los años 60, en pleno inicio del auge por la música folk.
Basada muy ligeramente en la obra “The Mayor of MacDougal Street” escrita por el músico Dave Van Ronk (uno de los pioneros del renacimiento folk), la última película de los Coen presenta una visión distorsionada de ese pasado, transformando esos tiempos de euforia y oportunidades para los artistas musicales de este género en un frio embudo donde el talento sobra pero el éxito y el dinero están al alcance de solo unos pocos afortunados.
Ahí aparece nuestro protagonista, el tipo con menos suerte del mundo, un músico llamado Llewyn Davies (interpretado de gran forma por Oscar Isaac, quien además de su cara desganada le pone una voz perfecta a este solista), quién luego de la muerte de su amigo y compañero de dúo artístico queda cernido en la pobreza y solo acumula fracasos y golpes cada vez más duros y ridículos que solo se ven justificados por su patética y llamativa capacidad de arruinar todo aquello que lo rodea.
Desde lo más simple (como perder el gato de su verdadera y única familia) hasta lo más complejo (renunciar a las regalías de un exitoso single por unos miserables dólares, o dejar pasar la oportunidad de acercarse a un joven y aún desconocido Bob Dylan), Llewyn Davies hace todo mal impulsado por un visión muy idealista sobre la industria musical a la cual no le aporta nada su exacerbado egocentrismo.
Tocar con su vieja guitarra algunas de las mejores canciones folk originales que sonaron en la pantalla grande por mucho tiempo, es la única excepción.
Precisamente ese es uno de los principales aciertos de “Inside Llewyn Davies”: acompañar con muy buena música una serie de eventos desafortunados (y lejanos del cliché) que también están relacionados con el lado oscuro, que a veces todos olvidamos, de esta hermosa expresión artística.
Los Coen lo dejan bien claro: serán pocos los que lleguen a lo más alto, para hacer las delicias del público arriba de un escenario. Sin embargo, en el camino quedan por el piso los sueños, ambiciones y objetivos de aquellos que, simplemente, no están tocados por la varita mágica.
Junto a Isaac hay un elenco de lujo compuesto por Carey Mulligan, Adam Driver, John Goodman, Justin Timberlake y Ethan Phillips, quienes terminan de aportar todo lo que necesario para que el film llegue a un amargo, pero entretenido, buen puerto, que al igual que el resto de la filmografía de los Coen deja conformes a todos.
Será por esa sencilla y certera alegoría que tiene como protagonista al gato que acompaña a Llewyn durante casi todo el relato, o quizás por ese acertado truco en la estructura narrativa que antecede un cameo muy especial sobre el final. Lo último de los Coen se adjudica sin problemas un lugar dentro del buen cine que pasó por las carteleras en lo que va del año.