Si querés ser músico… que no la vean tus padres
Siempre que nos cruzamos con la historia de un músico en el cine, vemos su parte glamorosa, el sufrimiento que cuesta subir a la cima, pero en definitiva termina teniendo un final feliz donde logra su objetivo final. Digamos que es el parámetro general, no vamos a generalizar tampoco, pero el sufrimiento de alguna forma siempre está. A propósito de Llewyn Davis se concentra en ese lugar exclusivamente, lo profundiza y es mucho más agria que cualquier otra película sobre la vida de un músico.
La película se trata de un fragmento de la vida Llewyn Davis (Oscar Issac), basada en Dave Van Ronk, un músico sin hogar que atraviesa sus problemas como intérprete de folk, forzadamente en plan solista por el suicidio de su compañero de banda con el cual había tenido un pequeño éxito. Llewyn Davis continúa en su plan en un fracaso atrás de otro, pero no musicalmente, sino en la forma de llevar su vida, tanto con sus conocidos, amigos, y los retos que se le cruzan.
Nuestro protagonista es amigo del dueto Jim y Jean (Justin Timberlake y Carey Mulligan) pero esa amistad corre riesgo al Llewyn dejar embarazada a Jean, que siente más arrepentimiento y ganas de dejar ese hijo en caso que no sea de Jim. A Llewyn le toca cuidar al gato de Mitch Gorfein (Ethan Philips) y sus problemas son casi una metáfora en su relación con ese momento de su vida, ya que cuando parece solucionar las cosas, finalmente se trata de una ilusión y es engañado cruelmente. Más tarde se va de viaje hacia Chicago con la ilusión de seducir a un productor, sin embargo,y lo único que logra es que Bud Grossman (Fahrid Murray) le ofrezca un lugar dentro de otra banda y que Ronald Turner (John Goodman) menosprecie su música y lo amenace con brujerías
La música folk rodea excepcionalmente toda la película (producida por el gran T-Bone Burnett), y excelentes interpretaciones por parte del mismo Oscar Issac y Justin Timberlake, entre otros, le dan un bálsamo al pobre Llewyn para dejar de luchar con tanto bajón. Los antihéroes de los Coen nunca terminan bien, y aquí ni siquiera hay una luz que se abra para que ocurra el milagro. Por eso no es una película para cualquiera, porque en definitiva el mensaje que deja es devastador en todo momento.
Se trata más bien de una buena metáfora de las miserias de los músicos como personajes. El egoísmo, la ambición desmedida, la falta de visión y la ansiedad, pero también el trabajo duro y derriba con el imaginario popular de glamour y excentricidad de los músicos como personas, A propósito de Llewyn Davis los baja a un lugar absolutamente terrenal y ahí está la mayor virtud de la película.
Como historia, el film se queda corto. El personaje termina como empieza, sin lograr nada en el medio. Quizás no le hace falta lograr algo a Llewyn, en definitiva el film quizás busca ser la metáfora de la piedra rodante de Bob Dylan, por eso quizás se explique su sombría aparición. La piedra rodante sin nada que perder o que ganar, pero la imaginación nos llevaba a lugares más aventurosos o miserables, bueno, los Coen la logran bajar a donde quizás realmente es su lugar, y esto puede ser positivo o negativo según tu percepción.
Los personajes secundarios de la película están muy bien logrados. Carey Mulligan hace un papel fuerte y conciso, la breve aparición de Justin Timberlake brinda un gran momento, y también dentro de la casa de Mitch Gorfein se da una situación muy graciosa. Quizás ahí es donde se demuestra más la falta sensibilidad de Llewyn, desmitificando cruelmente, la época en la cual está ambientada la película.
Un buen trabajo, su fotografía sombría está a tono con lo que dijimos anteriormente de forma notable, aunque no se destaque, y en definitiva se trata de una historia más bien en forma de círculo: va y viene, cierra perfecto, pero la vuelta no llevo a ningún lado.