“INSIDE LLEWYN DAVIS”: FICCIÓN SOBRE UN HOMBRE REAL
Quizás algunos piensen que los hermanos Ethan y Joel Coen están sobrevaluados, que lo que ya nos dieron, sobre todo con “Fargo” (1996) y “No country for old man” (2007), no lo van a poder superar o que sus historias tienen pocas cosas interesantes para contarnos. Opino lo contrario. Es verdad que después de tantos éxitos que construyeron juntos tal vez uno se pregunte cuánto pueden llegar a saber ellos sobre la soledad, los sueños frustrados o la gente común. Aún así, nos traen una nueva obra que retracta casi a la perfección el esfuerzo y la desilusión humana cotidiana.
Mal propagada como un musical, la película premiada con el Gran Premio del Jurado en el último festival de Cannes es más bien una gran historia sobre un hombre idealmente común. Ese que tiene las pasiones bien marcadas en su vida y pone objetivos a cumplir en base a ellas y que también vaga por las calles pero se la juega día a día por sus más grandes sueños. Es por eso que esta idea da a pensar que los Coen ya tenían una historia y una premisa a construir y que lo único que faltaba era decidir en qué contexto encuadrarlas. En consecuencia, el lugar elegido fue la zona del Greenwich Village en la ciudad Manhattan, conocida por ser la cuna de la música folk. Ubicada espacialmente en 1961, previo a que este ritmo llegara a su apogeo de la mano de Bob Dylan y Phil Ochs, entre otros, “Inside Llewyn Davis” nos sumerge de lleno en la vida de un joven cantante de este género musical que busca ganarse el día a día con sus canciones pero que le tiembla la mano cuando tiene que poner su dirección en un casillero de datos. Con el correr de los minutos, va sufriendo eventos desafortunados que lo llevan a la frustración y desmotivación constante, alterando así su conducta de un momento a otro.
Este papel protagónico está a cargo del poco conocido Oscar Isaac, que tuvo sus apariciones en “Robbin Hood” (2010) y “Drive” (2011) entre otras. El muchacho guatemalteco, que se rodea entre varias emociones e impulsos, nos conmueve con su cálida voz y los gestos en su cara, y redondea de esta manera un reparto de grandes actores. En el mismo se destaca la actuación de Justin Timberlake, quien demuestra una vez más que no es sólo un ex ‘N sync, y la aparición de John Goodman, uno de los tantos hombres Coen que recordamos por avanzar por un pasillo en llamas en “Barton Fink” (1991) o por su falta de seriedad en “The Big Lebowski” (1998) y que encarna acá uno de los personajes más detestables de todo el relato.
Asimismo, el film está acompañado de algunas grandes imágenes de la rutina cotidiana que se convierten en elegantes como la de un simple hombre subiendo las escaleras o la de un gato observando cómo pasan las estaciones del subte desde la ventana de un vagón. Al parecer, el secreto de estos directores consta en ser lo más fieles posibles a la belleza de los detalles de la vida diaria. Eventos que sucederían en cualquier película con el objetivo de conseguir el máximo drama, no suceden con ellos ya que el miedo, la ausencia y la cobardía también se hacen presentes.
Aunque en algunos pasajes la película pueda parecer un tanto aburrida, quizás un poco más que la vida del mismo Llewyn, lo más destacable es la lectura que puede hacerse del relato y la profundidad con la que éste se desenvuelve. Para decirlo de otra forma, “Inside Llewyn Davis” es una historia que no se destaca por ser divertida pero que sin embargo puede disfrutarse con los ojos cerrados.