Las sagas dirigidas a adolescentes están de moda. Todos los años salen por lo menos tres o cuatro nuevas historias que esperan muy esperanzadas pegarla como lo hicieron Harry Potter, Crepúsculo o Los Juegos del Hambre. Y también está Divergente. Segundo caballito de batalla de la productora Lionsgate, está basada en la saga homónima de Verónica Roth y cuenta la historia de Tris Prior (Shailene Woodley), que vive en un futuro distópico, donde la sociedad está dividida en cinco facciones: Abnegation (abnegación), Dauntless (Osadía), Candor (Verdad), Erudite (Erudición) y Amity (Cordialidad). Cada una de estas facciones cultiva y prioriza un aspecto particular de sus individuos. Por ejemplo los abnegados al ser altruistas, se ocupan del gobierno de la nueva sociedad, los osados, que son alocados y valientes se encargan de la seguridad, y así todos los demás.
La segunda entrega de esta saga medianamente exitosa, Insurgente, retoma esta historia en plena revolución. Para los que la vieron (y para los que no, ojo que se vienen spoilers) Divergente termina con Tris, junto a su enamorado Four (Theo James), descubriendo una conspiración ideada entre Erudición y Osadía, en la que pretenden derrocar el gobierno de Abnegación y de paso pasar a todos los abnegados por el cuchillo.
Así que en Insurgente encontramos a la pareja osada escapando de los malvados eruditos y su aún más malvada líder Jeanine Matthews (interpretada por Kate Winslet) cuya única misión en la vida pareciera ser cazar divergentes. Pero ahora, tiene una excusa: en Abnegación, luego de la “limpieza” que realizan los osados, encuentran escondida una caja con un mensaje de los fundadores de la ciudad que sólo puede abrir alguien que sea lo suficientemente fuerte para pasar las iniciaciones (simulaciones computarizadas) de las cinco facciones, o sea, un divergente.
La película termina siendo una seguidilla de persecuciones eternas y peleas mal coreografiadas en las que intentan todo el tiempo transformar a una tibia Tris Prior en una tipa dura y fuerte como Katniss Everdeen (de Los Juegos del Hambre) y no lo logran. Así es como terminamos con una Shaileyne Woodley flaquita pero musculosa que pega y dispara a mansalva pero no termina de ser la heroína que pretende la historia.
El argumento de la película es bien flojo (aunque esto se podría adjudicar a la historia en la que se basa), tanto que las dos horas de duración se hacen eternas porque no hay demasiado que contar. Las actuaciones están bien, exceptuando la de Kate Winslet (¡¿por qué aceptó hacer este papel?!) que es forzada y poco creíble y la de Naomi Watts, que interpreta a la madre de Four, líder de los Sin Facción y que tiene el mismo problema que Kate. Todavía no entiendo como dos actrices de tal calibre, sobre todo Winslet, aceptaron involucrarse en este proyecto mediocre.
La musicalización es agobiante: en todo momento te dice exactamente cómo te tenés que sentir con respecto a lo que estás mirando.
Pero no es completamente mala. Algunas partes son correctas en su realización, como por ejemplo las simulaciones que sufre Tris. Éstas exploran situaciones casi (o del todo) oníricas que si bien se nota que están hechas frente a un croma verde y realizadas en su totalidad de forma digital, están bien logradas y visualmente se disfrutan.
En conclusión, Insurgente resulta demasiado larga para la poca historia que cuenta. Si bien es entretenida por partes y las escenografías y vestuarios elegidos lo meten a uno en un mundo distinto y futurista que resultaría interesante de explorar, no es suficiente. La dirección de Robert Schwentke (a quien quizás conozcan de peliculones, nótese la ironía, como RIPD: Policía del Más Allá o Red) deja mucho que desear (como casi todos sus trabajos). Y aunque lo intentó, todavía no llega a tener el nivel de Los Juegos del Hambre. A seguir participando.