La ingeniosa nueva propuesta animada de Disney y Pixar Animation, dirigida por Pete Docter (“Monsters, Inc”, “Up: Una Aventura de Altura”) y co-dirigida por Ronaldo Del Carmen, nos lleva al interior de la mente humana, donde radican nuestras emociones, que son las que manejan nuestro comportamiento y nuestros estados de ánimo.
La historia de “Intensa-Mente” se desarrolla precisamente dentro de la cabeza de Riley (voz de Kaitlyn Dias), una niña de 11 años que es desarraigada de su ciudad natal debido a que su padre (voz de Kyle MacLachlan) comienza un nuevo trabajo en San Francisco. Esto significa muchas cosas y vivencias nuevas: casa, escuela, compañeros (no así amigos, a quienes dejó atrás) y lugares que representan una montaña rusa de emociones que entran en conflicto al intentar adaptarse.
Si bien Alegría (voz de Amy Poehler) es como la líder del “Cuartel General”, donde trata de mantener el optimismo para asegurarse que la joven permanezca feliz, las otras cuatro -Temor (voz de Bill Hader), Furia (voz de Lewis Negro), Desagrado (voz de Mindy Kaling) y Tristeza (voz de Phyllis Smith)- también quieren aportando lo suyo a la hora de guiar a Riley y ayudarla a superar todo tipo de situaciones, aunque está claro que está molesta por la mudanza.
Si bien sus recuerdos centrales, dentro de la memoria a largo plazo son mayormente felices, gracias a Alegría, el cuartel debe monitorear y agrupar cada uno de ellos sin ser interferido o “tocado” por alguno de los otros, ya que podría cambiar para siempre. Aquí radica la trama de la película, cuando Alegría y Tristeza son inadvertidamente borradas a los confines de la mente de Riley, lo que lleva a ambas emociones a realizar un viaje esclarecedor en un desesperado esfuerzo por volver adonde pertenecen.
Colorida, energética, literal, “Intensa-Mente” es muy entretenida y visualmente muy lograda aunque a mitad de camino baja un cambio y enlentece su desarrollo con algunos personajes que no son tan interesantes. En definitiva, es una reflexión cinematográfica no sólo orientada al divertimento de los más pequeños sino también a sus padres para que éstos comprendan qué es lo que pasa por la cabeza de sus hijos.
Según el director, la clave de la felicidad -en la película y más allá de ella- reside posiblemente en cómo se la defina. No hay nada malo en que haya risas, pero la vida nos muestra que es mucho más profunda y con sentimientos encontrados que nunca hay que ocultar sino aceptar, ya que nos definen como personas. Éste es el mensaje de la peli.