“Interiores” es un documental que busca retratar la vida en una cárcel de mujeres de Magdalena a partir del testimonio de un grupo de asistentes a un taller de musicoterapia. Lo interesante de esta propuesta es que no se plantea desde una mirada clásica de entrevistas a las mujeres del penal, quienes cuentan cronológicamente su vida (qué hacían antes de estar presas, por qué están ahí, qué harán cuando salgan) y ni siquiera vemos cómo es un día cotidiano allí dentro, sino que conocemos a las protagonistas desde un lugar lúdico, distendido, donde se nota que lo adquirieron como un espacio de apoyo, descargo y diversión. A partir de esto también se observa cómo los programas educativos o culturales dentro de una cárcel tienen un resultado efectivo en las reclusas, sirviendo como un momento de entretenimiento y reflexión, donde se permiten ser vulnerables. En ningún momento el documental busca estigmatizar a las mujeres protagonistas, sino que el director se pone en un rol de observador, donde el equipo de producción sugiere actividades que van llevando a las mujeres a abrirse y contar sus historias. Seguramente resulta difícil compartir las vivencias y experiencias pasadas delante de las cámaras, pero como espectador nos quedamos con ganas de saber más acerca de algunas de las mujeres o conocer más detalles sobre algunos acontecimientos que son narrados superficialmente (pero con gran fortaleza). Tampoco sabemos por qué están allí y, si bien se genera una empatía con ellas, el lazo no termina de construir del todo. En cuanto a lo técnico, vemos que las reclusas están involucradas en el documental, son conscientes de que forman parte de él, e incluso observamos algunos momentos del backstage. El sonido por instantes no logra captar todo lo que se comparte, generando que se pierdan algunas situaciones interesantes. En síntesis, “Interiores” es un documental necesario para conocer la vida en la cárcel de mujeres desde otra perspectiva, sin entrar en detalles sobre la experiencia misma, sino indagando acerca de los testimonios de aquellas que sufren, extrañan, se sienten cautivas, reflexionan, lloran, pero que no dejan de luchar e intentar salir adelante a través de programas educativos y culturales que le proporcionan un espacio para abrirse.
Un conmovedor documental escrito y dirigido por Fito Pochat, realizado durante el transcurso de un taller de musicoterapia en el penal de mujeres de la cárcel de Magdalena. Un experiencia que nos adentra en la mentalidad y la sensibilidad de esas mujeres que recuperan de a poco la posibilidad de conectarse con los instrumentos, sentirse niñas jugando con ellos, aceptando las propuestas y abriéndose a confesiones insospechadas. La familia, el desapego, la necesidad de volver a creer, las huellas del abandono, las culpas ocultas, las identidades reales sin secretos. Un mundo desconocido que abre sus puertas en mujeres que se olvidan de las cámaras y nos cuentan sus verdades cotidianas, sus sufrimientos y de a poco también a comunicar sus sueños.
Un documental muy a lo Puig. El film no pretende documentar la realidad de la vida en la cárcel, sino que capta la dinámica que se da en un grupo de mujeres presas que asiste a un taller de musicoterapia. Pero no es más que una excusa para que ellas charlen, bailen y lloren. Que Interiores no pretende documentar la realidad de la vida en la cárcel de mujeres de Magdalena lo deja claro el recorte que practica. La película dirigida por Fito Pochat tiene lugar en un aula de la escuela con la que cuenta la prisión. En esa aula, un pequeño grupo de internas asistirá a un taller de Musicoterapia, cuyo carácter en cierta medida artificial se ve acentuado por el hecho de que, tal como señala un cartel al comienzo, fue propuesto por la propia producción de la película, con el objetivo de servir para ésta. Algo así como una experiencia de laboratorio, Interiores no informa, ni lo pretende, sobre el estado y las condiciones de la cárcel, ni tampoco sobre los motivos por los cuales las asistentas al taller están allí, desde cuándo y por cuánto tiempo más. No se trata de un documental informativo sino de uno que capta la dinámica que se da en ese grupo de mujeres. Por la atención que presta exclusivamente a ese punto, por el peso que tiene la charla en él y por la vividez de las voces protagónicas podría aventurarse que Interiores tal vez sea el primer documental muy a lo Puig. En total armonía y con mucho sentido del humor, el grupo funciona como hermandad, no importa que alguna integrante ande por la veintena y dos o tres tengan varios nietos. Asombran las sonrisas, el alto espíritu: si no fuera porque en algún momento alguna lo trae a colación, nadie diría que se trata de internas de una prisión. Así como al comienzo de la primera sesión algún juego sirve para que cada una se identifique, y a la vez para integrarse y desinhibirse, el predominio de la conversación por sobre los ejercicios musicales deja claro que lo del taller de Musicoterapia es más que nada una excusa para que las señoras y señoritas charlen. Ninguna de ellas peca de excesiva timidez y una de las cuestiones que aparece pronto, y que es común si no a todas a casi todas, es el maltrato. Una cuenta, con una enorme sonrisa, que estando embarazada de cinco meses su pareja llegó una noche de mal humor (“tal vez la amante no quiso esa noche”) y le pegó una patada que la levantó en el aire. A la mañana siguiente hizo sus cosas y por suerte se fue. Otra relata que guarda la foto en la que aparece con el rostro magullado, para que sus hijos vean qué clase de cosas no debería ocurrir jamás. Pero no hablan sólo de cosas feas. También de sus proyectos para cuando salgan, de las cosas que les gusta hacer. Bailar, por ejemplo. Y bailan. Dos de ellas hacen un lip sync muy divertido de Pimpinela, una de ellas con una barbita pintada y ambas con micrófonos de papel. Y lloran, claro. De golpe, sin previo aviso. A veces, hablar de llorar las hace llorar, así como bostezar trae más bostezos. Una de ellas en un momento habla, llora y se ríe. Todo junto. Es algo que sólo las mujeres y los niños pueden hacer. Esa misma chica la más bonita, la que más “roba” cámara acapara la conversación, sin competencias. Tal vez hubiera sido conveniente algo de edición, para repartir las cosas un poco más parejo. Y también, cómo no, más planos de atención, de aquellas que escuchan, no sólo de las que hablan. A veces, en cine, una persona escuchando es más interesante que una hablando.
Cerca de 200 mujeres se encuentran en este penal y un grupo de ellas participan contentas en este película, quienes organizan la ronda son la Licenciada Patricia Pellizzari y las camarógrafas Soledad, Guadalupe y Laura, a través de juegos, música, tocan instrumentos musicales, y mediante cantos se liberan y cuentan parte de sus vidas. Enfrentan a la cámara varias historias de vida: Claudia, Florencia, Yazmín, Mabel, Olga, Perla, Rosa, Silvia y Yanina, y sacan afuera sus experiencias vividas, con este tipo de terapias que las ayuda a soltarse, piensan como seguirán sus días y en el futuro. Este es un film intimista donde la cámara se mete en los momentos más íntimos y conmovedores de quienes habitan ese penal.
LA JAULA NO ES TAN SOLO ESTA PARED Interiores es una película-experimento. Como hicieran los hermanos Taviani con su Cesare deve morire, Fito Pochat arma un proyecto para ser filmado en la cárcel con reclusas; en este caso un taller de musicoterapia para internas del penal de Magdalena. El filme es el documentar ese espacio nuevo que se crea para los propósitos del relato. Su estructura es bastante simple: relatos de las distintas asistentes que van pasando por temas como las visitas, la convivencia en las celdas, las causas de su detención (nunca de un modo claro o unívoco), los hombres y la violencia de género; entre cada ronda de historias se las ve practicando los ejercicios propios del taller. Hay, sin embargo, algo que falla en ese esquema: no hay una real progresión dramática. Si bien se van dando confesiones de mayor intensidad emocional y las reclusas admiten fugazmente algunos cambios, no queda claro el objetivo y el rumbo. Los personajes parecen cambiar en el transcurrir del relato, pero no con una lógica argumental, asemejándose más a un fresco de distintas situaciones de mujeres presas. Los momentos “musicales” sólo sirven de punteo y separador, desaprovechando una buena oportunidad de acercarnos un tipo de terapia no tan convencional y que, encima, las concurrentes reconocen como algo muy positivo y de ayuda, transformándose la estructura en una cáscara vacía. Esto no quiere decir que Interiores no cuente nada, el problema es que va pinchando muchos temas sin detenerse a profundizar en ninguno. De todas formas la realidad que retrata no es tan ajena y los personajes son tan reales que su interés excede a su propia hechura, provocando interesante de todas maneras. Al terminar el visionado quedamos incómodos y reflexivos pues detrás de todas las anécdotas e historias se esconde (no muy bien) la ausencia de un estado protector, aunque sí punitivo. Esto no sólo queda claro cuando se habla de las distintas violencias de género de la que fueron víctimas casi todas, sino en el hecho de que no existan más programas de este tipo que ayuden a contener y realmente transformar las conductas que las llevaron ahí. Estas mujeres pasaron de estar a la intemperie más absoluta al encierro. Fito Pochet tiene una mirada muy humana sobre estas reclusas, no las juzga ni las justifica, no es importante qué hecho las llevó allí, lo que importa es su sufrimiento y sus deseos al salir de allí, esperemos para no volver. Por Martín Miguel Pereira redaccion@cineramaplus.com.ar