Una mujer se separa y se va a vivir a la costa con sus dos hijas. Interludio es de alguna forma una crónica de cómo cada una de ellas, tres generaciones, se va adaptando como puede al tremendo cambio. Con una mirada atenta, sensible, la directora suma los momentos de soledad de las hermanas, los caprichos de la menor -irritante por momentos-, la soledad de la madre, su voluntad por mantener una armonía y una normalidad, el nacimiento de una posible relación nueva, con un personaje del lugar. Así se va armando este retrato grupal de un momento de cambio con mirada femenina. A pesar de los problemas de interpretación, con sobreactuados que chirrían un poco; a pesar de ciertas líneas de diálogo poco trabajadas, Interludio consigue redondear una propuesta que mantiene el interés. Un digno ejemplo de un cine argentino modesto -sin estrellas, gran presupuesto ni pretensión- pero dedicado.