En 2003 el realizador holandés Theo Van Gogh, sobrino bisnieto de Vincent, dio a conocer su obra cinematográfica “Interview”, basada en la obra teatral de Theodor Holman. Luego de presentarla en varios festivales y obtener buenas críticas, Van Gogh comenzó a preparar su arribo profesional a Hollywood, pero ese mismo año fue asesinado por un fundamentalista islámico.
El productor Gijs van de Westelaken se asoció con Bruce Weiss y juntos llevaron adelante el proyecto hollywodense de Van Gogh que con el nombre de “Triple Theo” abarca las ramakes de tres obras del cineasta holandés, “06” (1994), “Blind Date” (1996) e “Interview” (2003), para ésta última, que es la que se comenta, se eligió a Steve Buscemi para su realización y también para componer al protagonista.
La historia, que por momentos recuerda a la película argentina “El infierno tan temido” (Raúl De la Torre, 1980), tiene como protagonistas a Pierre Peders, reportero de guerra y a Katya, una actriz más famosa por sus escándalos mediáticos que por su talento. Pierre, por inercia profesional de su especialidad, buscará la primicia, descubrir y revelar lo que nadie sabe, pero desconoce que el ámbito periodístico de espectáculos, donde generalmente las noticias son falsas, tiene otros códigos y su accionar provocará la reacción de la entrevistada. Ambos comenzarán en ese juego a desnudar a medias sus personalidades, a omitir detalles que puedan esclarecer las situaciones. Se muestran, se ocultan, se autodesmienten en una batalla que ambos quieren que termine pronto, e íntimamente desean que no haya perdedores porque la derrota de uno significará al mismo tiempo que el otro no triunfó.
Steve Buscemi como realizador tuvo que aceptar, por imposición de los productores, rodar con el sistema holandés que usó Van Gogh. Por lo tanto situó tres cámaras, una para cada uno de los protagonistas y otra para las escenas de planos maestros. Lo que da la singularidad de diferentes orígenes lumínicos que recaen sobre los rostros sin que existan contraplanos de factura aislada, y una semipenumbra general que crea un clima artificial que condice con los diálogos que por momentos son agresivamente fríos y en otros tienen cierta tibieza que aplaca los ánimos.
Buscemi, también asume el personaje protagónico, si bien es uno de los actores cinematográficos más populares por sus roles secundarios. El periodista que compone, sufre un traspié laboral y por eso lo han enviado a hacer un reportaje en un ámbito que no le es familiar, se muestra distante, cauteloso, descreído de la persona a la que reportea pero también de sí mismo. Buscemi al autodirigirse, acertadamente se modera para que su rostro no desborde el texto, ya que precisamente en esta obra más que situaciones hay conversaciones.
Eligió como partenaire a Sienna Miller, quien aceptó el papel de la protagonista femenina sin haber leído el guión. Miller con una extensa carrera previa como top model conoce el mundo de la imagen y la banalidad, pero para componer su personaje hace uso, de manera muy evidente, de los recursos del sistema Strasberg con gesticulación basada en los sonidos y poca participación del resto del cuerpo. Logra así a una Katya fiel a su falsa imagen, fría, sarcástica, con una mirada que quiere demostrar que ya volvió de todos los lugares imaginables.
Si bien el argumento se basa en la relación, buena o mala, que puede establecerse entre un periodista y su entrevistado, según la carga previa de cada uno, el mensaje subliminal va más allá al ponerlo en generalidad sobre las personas que arrastran prejuicios y también sobre las que muestran una imagen que no les es propia, pero las condiciona en ambos casos puede llegarse a vivir “de mentiras” a sabiendas o no.
Un metamensaje cinematográfico muy vigente para los ambientes periodístico y artístico argentinos.