Intolerable crueldad
Esta nueva incursión de Steve Buscemi en la dirección (que lo tiene también como coprotagonista junto a la bella Sienna Miller) tiene una propuesta interesante e inquietante (está basada en una película previa del asesinado realizador holandés Théo Van Gogh), una lograda puesta en escena y dos grandes intérpretes haciendo alarde de su técnica. Con este preámbulo es lógico preguntarse por qué esta crítica no tiene una puntuación superior.
El gran problema de Interview (o que yo tengo con Interview, ya que le gustó mucho más que a mí a la gran mayoría de mis colegas) es su apuesta por el cinismo (exasperante), el maltrato (casi sádico) hacia sus personajes que son capaces de despreciarse hasta límites intolerables, su apelación constante a diálogos demasiado pulidos, punzantes y cancheros (¿viste qué inteligentes que somos?). Por lo tanto, Interview me resulta algo así como una clase maestra de actuación, pero sin que pueda jamás involucrarme, interesarme, compenetrarme, identificarme o conmoverme por lo que les ocurre a estas atribuladas, traumadas criaturas con el corazón destrozado.
Película sobre la manipulación, la seducción, la tentación, los secretos y mentiras, Interview tiene como protagonistas a un experimentado y algo decadente periodista político (que ha sido corresponsal de guerra) al que le asignan contra su voluntad un reportaje a una popular y hermosa actriz de telenovelas y películas de terror de la que no sabe absolutamente nada. La cita es en un bar, pero luego de la incomodidad y de los reproches iniciales las cosas siguen -con una ayudita del destino- en el inmenso loft que ella tiene en Nueva York. Allí, entre alcohol, cocaína e histeriqueos mutuos, se sumergen en jueguitos cada vez más peligrosos, en confesiones íntimas que nunca se sabe cuán ciertas son (al fin de cuentas, ella es una actriz).
Buscemi (se) filma con criterio, apelando a la cámara en mano y a un cuidado montaje para romper con la teatralidad de la propuesta (una locación, dos actores), pero la cosa -más allá del innegable talento de sus hacedores- a mí no me terminó de convencer: es de esos films a los que les veo todo el tiempo los piolines, que caen en el regodeo, que me resultan demasiado calculados, que -en definitiva- me terminan dejando afuera.