De paseo con la muerte.
Si los muertos dejan de ser recordados por quienes los aman, entonces el triunfo de la parca sería por goleada. De ahí a elaborar un duelo -que nunca terminará por cubrir un vacío- depende del tiempo y de una relación muy personal tanto con la vida como con la pérdida. Por eso, la manera que encontró Gastón Solnicki (Papirosen, Sudden) para homenajear a un amigo, Hans Hurch, quien entre otras cosas dirigió durante dos décadas el Festival de Cine de Viena, más conocido en el mundillo cinéfilo como la Viennale, participante del BAFICI en varias ocasiones y algo así como una suerte de maestro para el director de Papirosen, se va armando a partir de un viaje a la ciudad de Vienna en busca de ese ausente, quien a pesar de casi no aparecer en los fotogramas siempre está allí.
Y también es propio del cinéfilo encontrarse con la intimidad de la ciudad y el cine; de afincar recuerdos de experiencias con momentos de cine o películas, que para el caso de este documental no pretenden definir sencillamente el gusto de Hans Hurch por tal o cual director, sino que recupera parte de ese cuerpo desde la mirada o la voz que nunca deja de acompañar a Solnicki en su itinerario por una ciudad impregnada de arte y nombres, museos, que se amoldan al paseo, mientras subyace un juego detectivesco para darle preponderancia a la ausencia a partir de objetos que conformen el rostro de la ausencia.
La manera en que el director habla de su amigo se transmite en ese respeto y afecto cuando de las anécdotas extrae alguna extravagancia como en el café donde hay un expreso que lleva el nombre de Hans Hurch. A la voz recuperada en una charla sin tiempo, a los consejos cuando Solnicki pensaba en su documental Papirosen sobre temas técnicos o de otro carácter que requerían la palabra de un amigo por la sinceridad se le agrega esta selección de imágenes fragmentadas que el realizador comparte honesta y emotivamente con el público, sin solemnidad.
Desde su cinefilia y su amistad con Hurch y su particular modo de vivir todo se hace mucho más digerible cuando de un paseo con la muerte se trata.