LA REMARCACIÓN PERMANENTE
Hay una escena al comienzo de Intruso que transcurre en un pasillo de un edificio. Es una secuencia donde se insinúa algo del argumento central –una joven y bella chelista que sufre en su propio departamento el acoso de un psicópata- pero donde en verdad no pasa nada relevante. Sin embargo, la banda sonora se encarga de remarcar profusamente que algo atemorizante, incluso aterrador está aconteciendo, queriendo transmitirle inquietud al espectador cuando en verdad no posee elementos como para que eso efectivamente suceda.
La premisa de Intruso tenía un potencial atractivo, a partir de la economía de recursos que preanunciaba: un único escenario principal, apenas dos protagonistas –uno de los cuales permanece casi todo el metraje en el anonimato-, un entorno opresivo y climas asfixiantes. Pero el director y guionista Travis Zariwny desperdicia todas las oportunidades a su disposición, con un nivel de inoperancia que hasta hace pensar que malogró todo a propósito. Quiere expandir la trama, introduciendo otros personajes que nada aportan al relato, da una cantidad de idas y vueltas totalmente inverosímiles, les quita sentido a las acciones a partir de redundantes repeticiones, remarca cada pasaje con la música –que es verdad malísima- y entrega diálogos realmente increíbles. Para colmo, los actores lucen totalmente perdidos y caen en todos los tics posibles de una mala performance.
Vale una pequeña comparación entre Intruso y Los extraños, aquel excelente film de Bryan Bertino con Liv Tyler y Scott Speedman. Ambas películas ponían el foco en el silencioso pero progresivo acoso hacia personas indefensas, pero mientras Bertino aplicaba cabalmente unas cuantas lecciones del cine de terror de los setenta y ochenta, trabajando con sapiencia el fuera de campo y dosificando hábilmente la información que poseía el espectador; Zariwny pareciera no haber visto nada de cine de terror, no conocer las reglas genéricas y ser un total amateur.
Pero si el nivel de torpeza exhibido por Zariwny es llamativo y los resultados son indefendibles bajo todo punto de vista, el cierre es para alquiler balcones: un nivel de arbitrariedad total, con una pretendida astucia que no es tal, porque el giro del final se ve venir a kilómetros. Intruso es una película fuera de toda variable cinematográfica, que no llega a indignar pero es una total pérdida de tiempo. Hasta la breve aparición de Moby es paupérrima.