Con Invasión: El fin de todos los tiempos, estamos ante un gran ejemplo de lo que es el mainstream de origen ruso, dado que es una película de ciencia ficción, de invasiones alienígenas, con un gran despliegue de producción y vastos efectos especiales, al mejor estilo El día de la Independencia. También es bueno saber, para tener de referencia, que la cinta es la secuela de Invasión: La guerra ha comenzado, que data del año 2017, por este motivo al comienzo hay un racconto que nos trata de explicar lo hechos ya sucedidos sobrecargándonos un tanto de información.
Una sobredosis de información que concuerda con la lógica que atravesará toda la historia. La trama gira en torno a Yulia, una joven hiper vigilada, hija también de uno de los máximos mandatarios del ejercito ruso, que tuvo una relación (amorosa) con un ser de otro planeta, por lo que en consecuencia comienza a experimentar extraños poderes. Claro que es tomada como un conejillo de indias por ser la única humana que tuvo contacto con este ser ahora “supuestamente” muerto.
Decimos supuestamente, porque nuestro héroe no está muerto, y de repente la vendrá a buscar a Yulia, quién será blanco de una nave inteligente que la supone una amenaza interplanetaria, y la quiere fuera de juego. Es así que desatará una trama que oscila entre el drama pasional y el cine catástrofe (habrá fenómenos climáticos causados por lo ET); también temáticas bélicas y de espionaje, mezclado con ciencia ficción, asentada sobre todo por la tecnología alien.
Sí, es una verdadera ensalada rusa impulsada por grandes dosis de acción, que entre tantos y ambiciosos temas que abarca, uno de lo más interesantes es el de la manipulación de la información o la big data (bastante cercano a las épocas que corren). Ya que esta nave de inteligencia artificial superior, es capaz de hackear cualquier tipo de dispositivo electrónico, en red, y es así que responsabilizará a Yulia de un grave atentado terrorista (que no cometió), poniendo a toda la población en su contra.
La película es una rareza, y a pesar de su extensa duración nunca pierde nervio. Si es cierto que el guion naufraga entre varias aguas sin ofrecer demasiada solidez ante tanta elucidación, pero los amantes del género sabrán disfrutar de este despliegue visual también algo kitsch y quimérico.