Con deudas a Psycho y hasta a Sliver (¡!) o La mano que mece la cuna, clima de thriller con toques de terror y hasta alguna dosis de gore, se desarrolla este film menor sobre una mujer que alquila el departamento equivocado al hombre equivocado en el momento menos conveniente.
Juliet (Hilary Swank) acaba de separarse de su novio y busca alquilar un buen departamento en New York, lo cual consigue a cambio de un costo irrisorio para los precios que maneja la big apple. Así y todo, y sumado a que la señorita escucha cosas raras por la noche, se cruza con un vecino de perfil oscuro (Christopher Lee) y algo no termina de cerrarle, igualmente decide continuar en el lugar. Al fin y al cabo, es una película de terror clásico.
Esta nueva producción de la Hammes Films (sí, la misma de los indestructibles títulos de los años 50s, 60s y 70s) está claramente dirigida al target (inter)nacional y popular pero a caballo de algo muy lejano a cualquiera de los clásicos B con Peter Cushing y compañía.
Porque The Resident no sólo toma prestadas numerosas señas y escenas ya vistas en films similares y que venimos viendo desde la fundación misma del cine de suspenso (víctima-engañada-por-alguien-que-no-es-lo-que-parece, como tópico principal y que ayuda a contextualizar el plagio masivo), sino que además apela a un sinfín de obviedades propias de los productos de consumo rápido y olvido instantáneo. Como una sopa en sobre, pero de costo multimillonario.
A favor de este film de Antti Jokinen se puede decir que cuenta con Hilary Swank, quien puede sacar aceite de las piedras si la cuestión depende de su labor actoral, al mismo tiempo que es un buen plus (y un guiño cinéfilo) la participación del enorme Christopher Lee. El resto, golpes de efecto y no mucho más.