Hammer sigue apostando al terror, pero esta vez el resultado no les fue favorable.
Juliet (Hilary Swank) es una doctora que recientemente se divorció y está buscando un lugar para vivir en la zona de Brooklin. Encontrar un departamento en esa parte de Nueva York puede ser una misión imposible, ya que los precios son altos, o las zonas son inhabitables. Pero, de golpe, consigue un enorme lugar cerca del puente, con una excelente vista y a solo 380 dólares por mes. El dueño del lugar, Max (Jeffrey Dean Morgan) parece ser el hombre más encantador del mundo, Juliet siente que de repente las cosas comienzan a salirle bien.
Pero hay algo que Juliet no sabe, y es que Max está obsesionado con ella desde hace un buen tiempo, y que él prácticamente diseñó su destino para que ella vaya a vivir a su departamento, en donde puede espiarla a gusto durante todo el día gracias a un sistema de pasadizos secretos. Con el tiempo, esta obsesión irá creciendo, sobre todo por las señales que Juliet parece darle todo el tiempo. El amor enfermizo de Max llegará a puntos que podrán en peligro la vida de Juliet y de todos los que los rodean.
Invasión a la privacidad (The Resident, 2011) es una película producida por la Hammer, esa empresa de cine inglesa que en los ’60 y ’70 dió algunas de las mejores obras sobre Drácula, por ejemplo. En este caso se quiso hacer una película sobre la obsesión y los peligros de que una mujer viva sola, pero llevados al extremo, y honestamente no funcionó. Es que, primero, esto ya fue visto en cientos de películas. El inquilino, por decir una, o hasta la mismísima Psicósis, de Hitchcock. El trabajo del director, Antti Jokinen, no es bueno, ya que los baches argumentales de la película y la forma de contar “lo que pasó antes” corta por completo el clíma que, al principio, sabe mantener.
Un parrafo aparte merece la triste aparición del gran Christopher Lee como abuelo de Max. Siete palabras, como mucho, en toda la película. Si tienen un actor de esa categoría (y tan hermanado con Hammer, además) es para explotarlo. Sino, pongan a cualquier viejo con voz profunda y ya es suficiente. Y algo así pasa con todos. Hilary Swank es una excelente actriz, y Jefferey Dean Morgan no se queda atrás, pero (si bien cada uno se puso en el rol más clásico de gato y ratón, sin innovar, pero con motivo) en este caso se ven desdibujados, casi hasta lo paródico.
En definitiva, Invasión a la privacidad no es más que una sucesión de lugares comunes que se van poniendo más morbosos a cada minuto, pero que en general no aporta más que unos cuantos bostezos, ningún susto y la sensación de que acaba de pasar la hora y media más larga de tu vida.