Excesos de autor
Un juego discursivo sin peso suficiente como para supeditar un relato sin sostén argumental.
Olga (Brenda Pignolo) y Horacio (Iñaki Moreno) trabajan en Fantastic Travel, una agencia de viajes en la que discuten técnicas de conquista mientras atienden a los clientes. Lo normal. Pero a Horacio se lo ve raro, además de ser español, abotona su camisa hasta el cuello y sus diálogos desorientan a cualquiera. Así comienza Invasión alien, un filme independiente del prolífico director de filmes independientes Ernesto Aguilar.
Como es ficción, ciencia ficción, el barbado agenciero consigue invitar a Olga a una cita. Fácil cita. Encerrados en el auto, parten hacia el bosque mientras se clavan un vino del pico y hablan de bueyes perdidos. Pero lo único que quieren es tener sexo. “¿Alguna vez tuviste sexo por dinero?”, pregunta él ya sin candidez. Así pasa la noche, y hasta allí la película podría ir hacia cualquier lugar. Pero ya lo dice el título, vendrán los aliens, y junto a ellos, todo lo que vendrá después, parece una mala resaca. Sonidos que aturden, un bosque y una casa de la que no pueden huir sin más argumentos que un supuesto campo electromagnético del que solo habla Horacio y una heladera que hasta tiene cerveza.
Ficción surrealista con grandes dificultades para atrapar, y un encierro que es más libre que claustrofóbico. “Me hace acordar a una película de terror”, dice Olga. Y comienza otra sucesión de desenlaces bizarros. Pasan los días y Olga descubre que está embarazada. Sueña con un alien, con un parto traumático, mientras Horacio le sigue contando historias de aliens. Ella no quiere al bebé, él sí, los aliens también. No sabemos qué harán, pero sí que estos alienígenas, otro exceso de la ciencia ficción, estarán pensando qué hacen en esta película.