Este engendro, posiblemente en la doble acepción de obra mal concebida y de criatura informe, es lo más parecido a los designios que le atribuía al cine Joseph Goebels, ministro de propaganda durante la Alemania nazi.
En este caso, el objeto de la publicidad, la “entidad” a “enaltecer”, es el cuerpo de pilotos de la armada yankee, los mundialmente famosos “Marines”.
La historia se desarrolla, tal como predice el subtitulo, en la ciudad de Los Ángeles, (espero para bien de todos que no haya una Batalla de Nueva York, Miami o Chicago”).
El muy buen actor que es Aaron Eckhart personifica al sargento Michael Nantz, quien tiene una deuda consigo mismo. Su última misión en Irak termino con todos los soldados a su cargo muertos. Relegado a la función de instructor de futuros marines, debido a un acontecimiento imprevisto y sorpresivo, una invasión de extraterrestres de procedencia desconocida, apremia a los altos mandos a recurrir a sus hombres de mayor experiencia en combates, por lo que es designado como segundo al mando de un grupo de soldados que deberán forzar la resistencia contra el invasor. En el grupo se encuentra, por casualidad, la sargento Elena Santos (Michelle Rodríguez), una “científica” del ejercito. Ellos y sus valerosos compañeros, decirles camaradas sería faltarle el respeto a la palabra misma, constituyen la última línea de defensa.
Su misión no es solamente salvar al mundo de la intrusión alienígena, sino antes salvar a la mayor cantidad de civiles posibles, todos una parva de inseguros párvulos, tanto los adultos como los niños, quienes necesitan para sobrevivir que el generoso ejercito de la madre patria los proteja, hasta de su propia impericia.
Pero la carga que lleva el sargento a cuestas no será gratuita. Los soldados saben de su pasado, es más, uno de ellos es hermano de uno de los muertos en Irak que sospecha de la pericia del sargento, culpándolo por su muerte.
En el transcurso del relato nuestro héroe deberá cambiar ese prejuicio.
Lo obvio de lo obvio puesto de manifiesto. Todo es tan previsible, tan ya visto, que a los 10 minutos querés que termine, entonces el resto del metraje se torna soporífero, salvo por los ruidos que emanan de la pantalla, y quizás lo único rescatable, en el sentido de estar bien hecho, que es el diseño de sonido y la banda sonora, no así la música.
Tanto la estructura del filme como lo específicamente estético está plagado de tintes, en principio, de dos géneros cinematográficos bien definidos, por un lado el cine fantástico, en tanto y en cuanto fantasía, muy en boga, y no en relación a una calificación de magnifico, y por otro el cine bélico, en este caso tomando prestados muchos elementos clásicos.
Son reconocibles, a primera vista, infinidad de producciones que aportaron ya sea argumentos, esto es soluciones a los conflictos o actos fundacionales del relato, a los tradicionales puntos de quiebre para hacer avanzar en el recorrido a nuestro héroes, sino también una idea política bastante reaccionaria por cierto.
El primer gran problema, entonces, ya no es la conjugación de géneros, sino las realizaciones a las que se intentan homenajear, o literalmente plagiar, todas del orden de regular a malas, o decididamente fascistas.
A la sazón, nos encontramos con elementos de “Día de la Independencia” (1996) o “La Guerra de los Mundos” (2005), pero adjuntándole visos de realidad que las anteriores no tenían, asimismo “Rescatando al soldado Ryan” (1998) o “Vivir al limite” (2009) en el rubro de discurso retrogrado y propagandístico.
Si a esto le sumamos que los extraterrestres muñidos de armas sofisticadas, avanzadas tecnológicamente, son al finalizar el relato un cardumen de idiotas, y toda la violencia desplegada por las imágenes tienen como únicos objetivos excitar al espectador, manipularlo empaticamente e instalar discurso.
Merece un párrafo aparte el diseño de montaje, que uno podría confundirse y pensar que viene de la mano de la moda, pero nada sería más ingenuo que pensarla de esta manera, el montaje de cortes rápidos, que le imprimen vértigo a cualquier imagen, viene acompañado de una dispositivo visual, que en la mayor parte del filme esta trabajada como lo que se conoce “cámara en mano”, que tiene a mi entender el firme propósito de darle a la imagen características de documental, por ende de realidad.