Aquella roja insignia
Stephen Crane utilizó una imaginaria escaramuza de la batalla de Chancellorsville, en la Guerra Civil Estadounidense, para ambientar “La roja insignia del coraje”. Allí narra la historia de un conscripto que se enfrenta a un enemigo al que casi no ven, tras el humo y la niebla, y cómo construye su valor en el campo de batalla, algo que es transhistórico, pues va más allá de las propias causas del conflicto: sólo está el alma del soldado frente a la situación límite. Esto la convierte en la cumbre de la literatura bélica, y convirtió a su autor (que la escribió a los 25 años) en corresponsal de guerra (nunca había pisado un campo de batalla cuando la hizo).
Ya en el terreno de la ciencia ficción, Robert A. Heinlein craneó la novela “Tropas del espacio”, el diario de un soldado de un régimen militarizado del futuro terrestre, en guerra con una raza de “bichos” intergalácticos. De allí sacó algunas ideas Paul Verhoeven para hacer “Starship Troopers”, muy superior a la novela, que muestra las andanzas de los Roughnecks de Rasczak, un escuadrón en la guerra contra esa rara “civilización” insecta. Otro subproducto inspirado por Heinlein fue la serie “Space, above and beyond”, que ya desde epígrafes de apertura reconocía también su herencia en la obra de Crane.
Contraataque
“Invasión del mundo-Batalla: Los Ángeles” transita por ese camino. Es en este punto la contracara de “Skyline”, el filme de los hermanos Strause estrenado hace pocos meses. Si “Skyline” retrataba la vivencia de una invasión extraterrestre por civiles comunes, “Invasión del mundo...” muestra la resistencia militar contra el invasor desconocido. Pero tampoco es “Día de la Independencia”, con su presidente piloto, sus científicos y sus batallas cruciales.
Acá se narra la historia de una compañía de marines con poca acción encima y un teniente recién salido de la escuela de oficiales. A ellos se les unirá un veterano sargento en retirada, al que muchos miran mal por haber perdido a sus hombres en una misión. Son movilizados ante una lluvia de meteoritos que resulta ser mucho más que eso.
Rápidamente los invasores hacen cabeza de playa en Santa Mónica (y simultáneamente en otras ciudades del mundo) y la compañía debe evacuar a un grupo de civiles antes de que la zona tomada sea bombardeada. Así, el teniente Martínez, el sargento Nantz y sus hombres deberán dejar de lado diferencias y desconfianzas y lanzarse a una incursión frente a un enemigo desconocido, al que apenas se ve en medio del fuego cruzado (casi como los confederados de Crane).
La misión tomará rumbos inesperados, incluido el encuentro con nuevos personajes (como los civiles Michele y Joe Rincón, con sus correspondientes sobrinas e hijo, y la sargento Santos de la Fuerza Aérea). Los diferentes sucesos llevarán a una nueva misión, que será fundamental para el curso de la guerra, a partir de ciertos descubrimientos extrapolables (en eso también recuerda a “Starship Troopers”).
Despliegue
Jonathan Liebesman dirige un relato conciso, basándose en el guión de Christopher Bertolini. Desde el recurso de los noticieros (algo muy Verhoeven) hasta un crescendo típico de los filmes bélicos (podemos pensar en La delgada línea roja), el filme mantiene en ascuas al espectador. Se apoya en el diseño de producción de Peter Wenham y la fotografía de Lukas Ettlin para generar un clima que se mueve entre “Vivir al límite” y “Distrito 9”, con unos alienígenas humanoides, más aptos para un combate cuerpo a cuerpo que los de “Skyline”, por ejemplo.
Es difícil en una película de acción, y con tantos personajes, el lucimiento actoral, pero en definitiva siempre el cuerpo del actor termina siendo la base del relato. Entre los nombres célebres del cartel, Aaron Eckhart compone un creíble sargento Michael Nantz, cansado veterano de mil batallas, que guarda en la memoria a cada uno de sus compañeros caídos. Bridget Moynahan tiene bastante poco que hacer como la rescatada Michele, y Michelle Rodríguez vuelve a interpretar el personaje que se sabe de memoria: la aguerrida guerrera que pelea a la par de los hombres. De los menos conocidos, tienen espacio para lucirse Ramón Rodríguez como el segundo teniente William Martínez, Cory Hardrict como el cabo Jason Lockett y Gino Anthony Pesi en la piel del cabo Nick Stavrou, entre otros.
“Semper Fi”
Seguramente muchos se enojarán ante una nueva película donde los marines, odiados en muchas partes de mundo, son los héroes. A otros les podrá molestar que el héroe central sea el sargento anglosajón, por sobre toda la sarta de latinos y negros que forman el equipo. Pero hay que reconocerle que la historia reparte heroísmo entre los diferentes personajes (toda película sobre una compañía militar suele ser un filme coral, en cierto punto), y de paso refleja con veracidad la composición actual de las fuerzas armadas estadounidenses, plagadas de minorías y recién llegados al país.
Y en definitiva, vuelve al punto que remarcó el maestro Crane: el soldado y su circunstancia, más allá de la coyuntura. El soldado que pelea por su patria, pero también por su familia en casa, por sus compañeros de armas, por el honor, por probar el propio coraje, por la sola retribución de la roja insignia de la sangre.