Poco y nada queda de los gloriosos años 50s para el sci-fi, cuando en esa época los extraterrestres invadían por miles de razones (algunos, para castigarnos por negligencia, como el caso de Klatu en El Día que Paralizaron la Tierra, otros por colonización por años premeditada, como La Guerra de Los Mundos), al menos tenían pretextos para hacerlo o, en el peor de los casos, un muy elaborado plan.Por supuesto que tampoco mucho queda del Hollywood de esa época en la megaindustria actual: mientras que ante la falta de efectos especiales, antes se premiaba la originalidad, hoy día parece que la sobredosis de los mismos no hace más que castigar a la figura del guionista.
En la era del CGI (computer generated image), todo es posible, salvo quizás la concepción de una buena historia. Pero, ¿qué se le puede pedir a un film que ya en su trailer adelanta el 90% de su contenido (es decir, tiros, explosiones, cámara en mano y navecitas)? Se le podría pedir, al menos, un respiro entre tanta redundancia belicista.
Describir el argumento de Batalla: Los Angeles resulta una tarea tan dificil como imaginar a un guionista detrás de este engendro. Podríamos suponer, no obstante, y para continuar con la idea de que quizás hubo realmente un escritor detrás, que el tratamiento guionado podría resumirse de esta manera: “ESCENA 1 – EXTERIOR – GUERRA CON LOS ALIENS (REPITE HASTA EL FINAL)”. Para condimentar un poco este producto vencido (las escenas de invasión ya se vieron, y mejor, en films como Día de la Independencia, una verdadera obra maestra en comparación), se encuentra en el rol principal el actor Aaron Eckart, quien tristemente no puede hacer demasiado con su papel de Sargento heroico, puesto que frases como “¡no hay promesas en la guerra!” y “¡estos hombre están dispuestos a ir al infierno y más allá por usted, teniente!”, resultan harto conocidas, casi al punto de caer accidentalmente en la autoparodia. Llega un momento que hubiese sido más sincero de parte de los realizadores simplemente reemplazar las líneas de diálogos por sonidos guturales u onomatopeyas. Al menos dejaría bien claro el target al cual apunta la película.
¿Y los alienígenas/enemigos? Bien, gracias. Cada tanto se muestran visibles, y cuando lo hacen despiertan más dudas que amenazas: ¿son robots? ¿híbridos? ¿cómo es eso de “armas incorporadas al cuerpo”? ¿no les dificulta la cotidianidad (asumiendo que no pelean las 24hs, claro)? ¿Cómo se las ingenian para comer o diseñar las máquinas que utilizan? ¿Tienen algún otro plan aparte de la destrucción frontal, o su comandante apenas se limitó en decirles “duro y a los bifes”?
Todas esas preguntas resultan infinitas veces más divertidas que los 117 minutos de Batalla: Los Angeles, a medida que este subproducto de la industria armamentist... perdón, cinematográfica, se hunde en secuencias que parecen salidas de cualquiera de los últimos videojuegos de la saga Call Of Duty (o de todos ellos al mismo tiempo). Esas secuencias que se inician automáticamente antes de comenzar a jugar, y que hacen que uno presione start para saltear la pantalla y dejar atrás el video. Lástima que dicho botón no pueda encontrarse en las butacas de las salas durante la proyección de Batalla LA.