Invasión de cursilerías militares
Battle: Los Ángeles es la nueva producción hollywoodense sobre marcianos que quieren exterminarnos para quedarse con nuestro planeta, una historia que al parecer causa una excitación incontrolable entre los grandes estudios situados en la misma ciudad que dicidieron destrozar en esta película de poca monta. Como si cambiar la ciudad que vienen a destruir significara algún tipo de innovación, en este caso, cambian de New York (ciudad que hemos vista ser destruida en pantalla de mil maneras distintas) a Los Ángeles, que es atacada de manera indiscriminada tanto por los aliens que nos invaden como por los marines estadounidenses que pelean por salvar la Tierra. El film es sin duda, una propaganda cursi, empalagosa y decorada del cuerpo de Marines de los Estados Unidos, con diálogos estúpidos, dignos de alguna película destruye neuronas como las que suele dirigir Michael Bay (Transformers, Armageddon, Pearl Harbor), director obsesionado con el poderío bélico norteamericano. En este caso pareciera que es Bay también, pero en cambio el director es Jonathan Liebesman, responsable de otras basuras como Texas Chainsaw Massacre: El Comienzo, y para pena de muchos, es el responsable de la próxima entrega de la franquicia de Furia de Titanes, que con el primer director le erró tremendamente, y con este nuevo no hay muchas expectativas si nos basamos en sus trabajos previos.
La cinta está protagonizada por Aaron Eckhart y Michelle Rodriguez, dos famosos actores que la verdad no entiendo como aceptaron semejante producto propagandístico, de mal gusto y que a mí por lo menos, me resultó hasta pesado, largo. Los efectos especiales, el sonido y algunas técnicas de filmación son buenos, incluso Eckhart le da un poco de credibilidad, pero para que una producción se convierta en una buena película debe tener un guión que atraiga, que innove, que atrape, que se mimetice con los aspectos técnicos. En este caso se comete el mismo error de muchos otros films de acción y ciencia ficción, que es concentrarse en efectos y explosiones, dejando de lado lo que realmente encanta al espectador que es la historia, la trama, el desenlace.
La película por momentos parece ser uno de esos videos juegos de salón donde uno tiene una ametralladora conectada a la maquina y debe disparar a los malditos marcianos invasores, con la gran diferencia que aquí no somos nosotros los que participamos, sino que estamos viendo un demo del juego accionado por la computadora que dura 110 minutos aproximados, algo aburridísimo.
El llamado de atención más grande es que si este tipo de película se sigue repitiendo año tras año, es porque que rinde beneficios monetarios a quienes se encargan de ponerla en pantalla, es decir, somos nosotros mismos los que nos conformamos con explosiones y naves espaciales. Es como esos programas de TV de los que nos quejamos, que decimos que son vulgares y atrofian la mente, pero que en los sondeos de ratings siempre están primeros.
Yo les diría, esperen a que salga en el Cine canal y estén un domingo a la noche en su casa sin otra cosa interesante que hacer.