Lo que parece ser una lluvia de meteoros pronto muta a la primera fuerza de avanzada de una invasión alienígena que pretende colonizar el planeta por sus recursos hídricos. Como suele pasar, quien pega primero pega dos veces. Y si su guante es mucho más pesado, eficiente y tecnológicamente superior entonces su piña cuenta por mucho más. Antes de gritar retirada las principales ciudades costeras del mundo quedan a merced de los extranjeros. Uno de los pocos bastiones humanos es la ciudad californiana de Los Ángeles, epicentro de la acción. En el medio de este quilombo mundial esta el crisol de razas que es la unidad de marines del Sargento Hantz (Aaron Eckhart), una de las tantas enviadas en la búsqueda de civiles que hayan sobrevivido el primer ataque.
A ver, si podemos poner de lado la corrección política y el propagandismo escrito con lápiz de carpintero tenemos enfrente una pieza de acción bastante bien calculada. Estamos en una de guerra, y en una de guerra intergaláctica. Que las cosas queden claras, desde el vamos nos ponen en situación de combate. Todo va escalando en explosiones y muertos hasta llegar al inevitable showdown, ese último tiroteo donde se juega el azar de la raza entera.
Poco interesan las subtramas de cada soldado planteadas de manera somera al comienzo. Algunas siguen durante toda la película y otras no. Como si Liebesman se hubiese dado cuenta durante la filmación que rendía (padre latino solterno sobreviviente junto con el hijo) y cual era pólvora mojada (el novato en batalla o el joven ascendente recién salido de la academia militar). Asimismo, hay errores o escenas innecesarias. ¿De qué sirve conocer el punto débil físico individual del invasor cuando lo que interesa es eliminar la base central?
Desde que Spielberg homenajeó a los veteranos de la Segunda Guerra Mundial en Rescatando al Soldado Ryan (Saving Private Ryan,1998) la forma de filmar la guerra es la cámara en mano, nerviosa, embarrada, ensangrentada, con balas razantes, inmiscuida. Liebesman tomó nota de esto y nos brinda algunas de las mejores balazeras desde La Caída del Halcón Negro (Black Hawk Dawn, 2001).
Personalmente, a Eckhart le compro un auto usado. Desde Erin Brocovich (2000) tiene mi voto de confianza más allá de algún que otro desliz en su camino. Acá esta muy creíble como el marine experimentado y atribulado que esta disparando sus últimos cartuchos. Su principal problema, y el de la Invasión… en general, es el último tercio sentimentaloide de película.
Así y todo con no mucho cinismo podemos decir que Invasión vendría a ser un video institucional de reclutamiento largo con mucho presupuesto del Cuerpo de Marines, donde se le destaca su fidelidad por el país, la familia, la unidad de grupo, el nunca rendirse, su profesionalismo y el éxito en sus misiones. Una especie de primo de las películas de Michael Bay, pero sin tanta cámara girando sobre el eje, plano picado o cámara lenta. Decíamos que el último tercio es cuando la película decae, pero es por su excesiva corrección política (esta tan repetida en esta nota como en todo el film) y los discurso redentores de turno junto con todo el tono institucional que la embarran.