Join the army
La moral está baja en los Estados Unidos. Después de sendos fracasos en las campañas de Irak y Afganistán, parece que el ejército del país del norte necesita nuevas formas de motivar a la gente a enlistarse en sus filas. No basta con la ayuda de Michael Bay y sus Transformers y Pearl Harbors, hay que meterle en la cabeza a los jóvenes yanquis que ser un soldado americano puede ser una experiencia similar a la de jugar un videogame de guerra en vivo y en directo ¿Qué mejor propaganda entonces que una película en donde “nuestros valerosos Marines” tienen que vérselas con una invasión alienígena? Señores, bienvenidos a Invasión del mundo: Batalla Los Ángeles.
Ok, dejemos de lado el hecho de que se trata de un obvio panfleto pro-militar y pasemos a analizar la película en sí. El comienzo no puede ser más prometedor, con el batallón subido a un helicóptero y a punto de entrar en acción, en medio del miedo y la incertidumbre de no saber a qué se están enfrentando realmente. Esa mezcla de euforia y pánico entre los soldados al ver la destrucción provocada por cientos de naves extraterrestres que invaden la tierra no puede ser menos que contagiosa. Lamentablemente, luego viene un corte a negro y un cartel que dice “24 horas antes de la invasión”. Sí, es hora de conocer un poco a nuestros futuros héroes: el sargento a punto de retirarse, el otro que se quiere casar, uno que está esperando un bebé, el que tiene traumas psicológicos y la lista de clisés sigue y sigue. No tengo problemas con el hecho de jugar con ciertos estereotipos del cine bélico, pero la poca originalidad del guión es demasiado evidente acá. Y más todavía cuando lleguemos al centro de la acción una vez empezada la batalla, en donde es prácticamente imposible diferenciar un personaje de otro, gracias a una cámara en mano vertiginosa salida de la escuela de Paul Greengrass.
Sin embargo, en el plano de la acción en sí es donde el film encuentra sus méritos. El enfoque del director es muy claro; se trata de recrear La caída del halcón negro con bichos en vez de somalíes, usando auténticas tácticas militares y un tratamiento más cercano al cine bélico que a la ciencia ficción más humana de La Guerra de los mundos o la reciente Skyline. Y aunque por momentos tanta cámara movediza nos distancie un poco de la acción, también sirve para acrecentar la sensación de pánico que se vive en la pantalla. Qué lástima entonces que semejante labor técnica tanto en imagen como en sonido (les recomiendo una sala con mucho surround para disfrutarla en su plenitud) quede a veces aplastada por un guión pobre que obliga a un actor sólido como Aaron Eckhart a tirar frases como “De ahora en más eres mi pequeño Marine” (esto dicho a un pequeño latino que acaba de perder a su padre). En conclusión, Batalla: Los Ángeles entretiene y no es un desastre absoluto, pero sí una oportunidad perdida. Si se hubiera asumido más como película tonta de acción y menos como video de reclutamiento militar, el resultado podría haber sido mejor. Con lo que hay, prefiero prender mi Playstation y seguir jugando al Call of Duty.