Mi papá es un héroe
Invasión zombie es una película surcoreana que explota el género al máximo pero prioriza el desarrollo de personajes como pocas de su estilo.
Invasión zombie es el título poco original que le pusieron acá a la película surcoreana Busanhaeng, o Train to Busan, en una intención de la distribuidora de “ir a los bifes”. Y bien a los bifes va la película de Yeon Sang-ho, un director de menos de 40 años que había hecho algunas películas de animación y debuta en el largometraje live action con esta extraordinaria historia de un padre y una hija, con sus conflictos familiares, que tienen que sobrevivir en un viaje en tren infestado por zombies.
El prólogo es fundamental y tiene el tono melodramático justo para apuntalar a los personajes. Seok Woo (Gong Yoo) es un joven empresario que está recién separado y vive en Seúl con su pequeña hija Soo-an (Kim Soo-an). La nena extraña a su madre que vive en Busan y tiene una mala relación con su padre, que no encuentra la manera de relacionarse con ella. Seok Woo, después de intentar conquistarla sin mucho éxito, accede a acompañarla a Busan para que se reencuentre con su madre. Ese es el contexto dramático en el que empieza el viaje y el nudo de la película.
Al mismo tiempo que se desarrolla esta historia íntima, recibimos flashes de otra: un virus se esparce por Corea, que transforma a la gente en zombies asesinos. Hay distintos abordajes al género de zombies, y el de Invasión zombie está más cercano al de películas como Exterminio (Danny Boyle, 2002) que al de los clásicos de La noche de los muertos vivientes o incluso la serie The Walking Dead. Acá los zombies no son cadáveres que avanzan lentamente sino humanos contagiados que te pueden atacar con la velocidad de una gacela.
Seguramente al inventor del género George Romero no le gustaría, pero sin ser puristas, hay que decir que este tipo de zombies llevan el género a otro terreno. Hay menos terror y más acción, la película es vertiginosa y que transcurra sobre un tren que viaja a toda velocidad le suma al ritmo y le da también un tinte de película de cine catástrofe.
Y como en toda película de cine catástrofe, hay varios personajes secundarios, líderes positivos y negativos, y una embarazada. La presentación de la embarazada, justamente, es un claro ejemplo de que Yeon Sang-ho se divierte como loco a la hora de contar su historia, la domina perfectamente ya desde el papel. Soo-an quiere ir al baño. El más cercano está ocupado. Adentro hay una mujer (a quien no vemos) y afuera un hombre, su marido, que le pregunta si está bien. La nena va a otro baño y olvidamos la escena. Unos minutos después, cuando ya se desató la invasión zombie, volvemos a esos dos personajes y cuando la mujer sale, vemos que está embarazada. En ese contexto de peligro, una embarazada multiplica exponencialmente la tensión y vemos que puede pasar cualquier cosa.
Ese tipo de detalles, además de la columna vertebral de la película que es la relación entre el padre y la hijita, le dan a Invasión zombie una estructura fuerte, que hace que no sea solo una película pirotécnica. Los personajes nos importan, no queremos que mueran, y el peligro al que están sometidos es enorme.
Pero la pirotecnia está, y Yeon Sang-ho sorprende con unas escenas de catástrofe construidas con talento y originalidad. Parece mentira que esta sea su primera película de live action, pero se revela como un director experimentado que maneja la puesta en escena con pulso firme. Tiene ideas y el talento necesario para llevarlas a buen puerto.
Hacia el final, Yeon Sang-ho se da el gusto de poner el moño con una belleza inusitada para este tipo de películas. Lejos de lo bizarro, lejos de la clase B, al final Invasión zombie no es ni más ni menos que la historia de una nena que se da cuenta de que, a pesar de su enojo, ama a su padre. Y de un padre que aprende a ser el héroe de su hija.