¿Quién quiere más películas sobre zombis? Bueno, evidentemente, los coreanos tienen algo para decir sobre los torpes pero peligrosos muertos vivos, e Invasión Zombie (internacionalmente promocionada como Tren a Busan) cuaja a la perfección con el estereotipo de cine surasiático, con ingredientes morales, familiares y macabro maquillaje. Hija de padres separados, la pequeña Soo-an no recibe suficiente atención de Seok Woo, un exitoso empresario. Tan distanciado está Woo que para el cumpleaños de su hija le regala una consola Wii, ignorando que Soo-an ya tiene una. Lo que la chica quiere como regalo de cumpleaños es un viaje en tren a Busan (qué hay de interesante en Busan, es algo que jamás se explica).
Padre e hija suben a un tren súper moderno –una imagen realmente envidiable para este rincón de Latinoamérica– mientras los monitores de cada vagón muestran disturbios en la ciudad (no manteros ni protestas por cortes de luz: zombis). Por supuesto, un zombi se cuela en el tren antes de que arranque; primero, muerde a una azafata y (he aquí una innovación) la chica no tarda tres segundos en poner los ojos en blanco y proceder a morder cual zanahoria al resto de la tripulación.
En principio, Woo actúa en soledad, sólo le interesa cuidarse y cuidar a Soo-an, pero luego un musculoso futuro padre le da una lección con su ejemplo: no sólo cuida a su esposa embarazada sino a los demás pasajeros. La película también reproduce la división social a pequeña escala. El clásico ejemplo es High Rise, la novela de JG Ballard que el año pasado llevó al cine el británico Ben Wheatley, sobre un ultra moderno rascacielos donde las clases altas se apropian de los más lujosos pisos superiores, como metáfora social. Aquí, Woo y su musculoso colega deben llegar al primer vagón para salvar a sus familias y a los sobrevivientes, mientras un pequeño grupo de privilegiados resiste a los recién llegados bajo la excusa de un contagio. Esto es lo más logrado de la película, que sin introducir novedades entretiene con buen pulso, zombis moderados (nada de destripamientos) y actuaciones verosímiles.