¿Cual fue la última película buena de zombies en estrenarse en cines? No es pregunta fácil de contestar, porque hace años no vemos a una horda de muertos vivientes decente en la pantalla grande. The Walking Dead ha tomado ese monopolio y lo ha llevado a extremos impensados, más allá de que la nueva temporada deje bastante que desear. World War Z tampoco estaba a la altura, aunque al menos era un poco entretenida y lo tenía a Brad Pitt al frente. Se puede afirmar con contundencia que la coreana Train to Busan es la mejor producción del género en años, trasladando la urgencia de una epidemia apocalíptica a las vías de un tren en movimiento. Piensen en Snowpiercer, pero más contemporánea y con menos comentario social. Es una dosis pura de adrenalina, que quizás dure un poco más de lo necesario y se desinfle de a momentos, pero que en líneas generales es una sólida nueva entrada en el canon de estas criaturas que tanto nos gusta ver y desear que pase algún día.
El protagonista de turno es Seok-Woo, un adicto al trabajo que olvida el recital del colegio de su hija por estar demasiado inmerso en asuntos laborales. El deseo de la pequeña Su-an para su cumpleaños es pasar su natalicio con su progenitora. Tras haberle hecho el mismo obsequio en dos cumpleaños seguidos -pequeño gran detalle que marca lo ausente que está de su hogar-, Seok-Woo aborda a primera hora del día el tren expreso hacia el hogar de su ex-esposa, sin saber que en poco tiempo el caos se desatará a bordo. La epidemia no tarda en hacerse presente en el tren, y luego de presentar a los arquetipos que serán carne de cañón en minutos, la trama se dispara a toda velocidad y no hay un momento que perder.
El director y guionista Sang-ho Yeon no reinventa el género con una visión nueva de los zombies, sino que le inyecta esteroides no-muertos a una trama que llevada por otros derroteros sería aburrida. Todo lo contrario. Los infectados llegan en hordas, y cuando los compartimentos del tren se abarrotan de muerte, la acción claustrofóbica asfixia. Y de esas escenas hay muchas. La infección se esparce demasiado rápido y las típicas malas decisiones de los personajes se justifican a medias. Después de todo, ¿qué harían ustedes en esa situación? Hay buenos buenos y malos malos, por supuesto, pero las convenciones para algo sirven, y en este caso están a la orden de la trama. Yoo Gong es el temerario padre que hará lo imposible para proteger a su tierna hija, mientras que es notable la interpretación de Dong-seok Ma como otro hombre audaz, defendiendo a su esposa embarazada y aportando el tan necesario alivio cómico del momento.
De una estación a otra, el grupo de sobrevivientes va menguando y la masa de no-muertos crece y crece. En el camino hay una leve confirmación de qué es lo que ha causado la epidemia, pero no es nada nuevo ni importa mucho tampoco. La acción ya está establecida, los personajes ya han hecho sus sacrificios respectivos, y lo que interesa es el destino final: si el tren llegará a Busan o no. El film puede cometer errores y pecar en lugares comunes, pero tiene alma, personajes humanos aunque sean los prototipos de siempre y un sinfín de situaciones una más aguda que la otra. Y la platea afín a este subgénero amará esos pequeños grandes detalles.