La moral, el mayor temor
El director y guionista Yeon Sang-ho logra sorprender en el subgénero de zombis con un eficaz desarrollo de los personajes, un diseño ajustado de las escenas de acción y respetando la noción de que el verdadero terror tiene una raíz espiritual. Después de una primera escena que prepara la acción, la historia comienza con la presentación de la desconexión que existe entre los dos personajes principales, Seok Woo, un ambicioso ejecutivo financiero, y su hijita Soo-an (interpretada por la brillante Kim Su-An). La niña quiere ir a ver a su mamá, que vive en Busan, por lo que padre e hija se suben a un tren que pronto es atacado por zombis.
Con apenas un par de líneas de diálogo y pequeñas acciones, Sang-ho presenta a cada uno de los otros pasajeros que cumplirán papeles importantes en la narración. En pocos minutos el espectador ya está involucrado con ellos y conoce los riesgos altísimos que corren. La precisa puesta en escena subraya la situación de encierro que ofrece el tren, con sus pasillos y pequeños espacios, mientras que la edición marca el ritmo apresurado con el que se van desarrollando los hechos.
Invasión zombie asusta y conmueve porque ilustra a la perfección la dicotomía que divide a la humanidad a la hora de sobrevivir a una gran catástrofe: egoísmo versus solidaridad. Por momentos, este aspecto aleccionador puede resultar un poco insistente, pero son esas elecciones morales de los personajes las que le dan sentido a sus vidas (y sus muertes) y el espectador no puede quedar indiferente frente a lo trascendental que está en juego.