El riesgo de contar una película de zombies en el año 2016 es principalmente no hacer los suficientes méritos como para no aburrir. Actualmente es difícil aventurarse a narrar algo nuevo en un sub-género que estrena infinidad de películas, series y videojuegos por año. Si la pretensión es vislumbrarse con una historia jamás contada o una vuelta de tuerca impredecible, quizás le pidamos mucho a un género que año tras año no hace más que desgastarse. No cabe duda de que el director coreano Sang-Ho Yeon vio las suficientes películas de muertos vivos como para ofrecer el mejor producto posible. Invasión zombie es uno de los films más puros y entretenidos del género que se haya filmado en mucho tiempo.
Con un ritmo frenético y un guión sólido que no se excede de lo grotesco ni tampoco se toma demasiado en serio, la historia avanza a paso firme atravesando Corea del Sur y satisfaciendo tanto al público masivo como el especializado. En su velocidad asfixiante también hay lugar para que el director se haga eco de la crítica social que solía imprimir George Romero en sus cintas. No faltarán personajes cuya naturaleza se vea desnudada cuando el peligro llama a la puerta. Son los distintos protagonistas con todos sus matices los que logran que nos metamos de lleno en la historia. No hace falta empatizar ni odiarlos para interesarnos en el desenlace.
Cada escena que sucede a la anterior construye un arco dramático sobre la progresión de los personajes que es digna de enmarcar. Siempre increscendo la historia no da respiro e indunda la pantalla con cada vez más zombies que funcionan como una metáfora bastante sencilla pero acertada sobre cómo funciona la naturaleza humana bajo presión.