La Historia convertida en historias
La Historia -con mayúsculas, la que queda en los libros y escritos oficiales- de la invasión de Estados Unidos a Panamá en 1989 con el objetivo primario de capturar a Noriega, se ha ido convirtiendo en una forma de olvido, construida a partir de silencios, enajenaciones y coacciones, que afectan principalmente a los ciudadanos panameños, cuyas voces han ido quedando acalladas. Esto es uno de los aspectos principales de Invasión, documental que se hace cargo de este vacío y hace bastante por subsanarlo.
Una decisión capital, sumamente importante que toma el director Abner Benaim es dejar toda imagen o grabación de archivo de lado, para usar solamente testimonios de la gente panameña que vivió la invasión. Esto le permite ir construyendo un punto de vista que no es un punto de vista, sino muchos, toda una suma de heterogeneidades sumamente interesantes, donde aparecen ciudadanos de a pie, meros testigos de un hecho que los abarcaba y sobrepasaba a la vez, individuos con participaciones decisivas y hasta personalidades famosas, como Roberto “Mano de Piedra” Durán -cuyo testimonio es desopilante- y Rubén Blades. Es este último quien probablemente termine explicitando uno de los objetivos de fondo de la película: el poder afrontar el suceso, sacar a la luz el dolor e incluso la vergüenza que tienen los panameños respecto a todo el hecho y la incapacidad para hablar de él. Invasión es entonces un film que habla de dos horrores: el del acontecimiento en sí, y el del olvido ejercido.
Benaim se hace cargo de este olvido, pero con sutileza, sin bajadas de línea bruscas, dejando que todo vaya surgiendo de los entrevistados, convertidos en protagonistas de una narración coral, y eso hasta le permite explorar cómo la invasión estadounidense ha quedado condenada al olvido para las jóvenes generaciones que no la vivieron. Invasión es de esta forma un film que se va haciendo cargo de su condición de relato sostenido en un espacio en off que es el pasado, un pasado repleto de pequeños historias que podrían ser otra Historia, pero que han quedado acalladas, relegadas a la condición de anécdotas sobre algo muy lejano, cuando en verdad sus huellas están presentes en los cuerpos y las estructuras de toda Panamá.
Film de construcciones, de revelaciones, de elipsis e imaginarios, Invasión se hace cargo de que la Historia también puede ser una forma de ficción, otro lugar de combate entre perspectivas. Por eso las reconstrucciones a las que apela su realizador sobre el final, que también implican su punto de vista, su forma de recordar la invasión estadounidense, cobran un sentido plenamente ligado a la memoria. Se le podrá reprochar a la película cierto estiramiento de su recurso principal, pero es innegable su capacidad para generar imágenes que respiran cine, incluso aunque no estén a la vista del espectador. Tanto lo que se ve como lo que no se ve posee un valor relevante en una película triste y melancólica, pero que da pelea desde la voluntad que otorga el recuerdo.