Intolerancia Racial
El nuevo filme de Clint Eastwood, se basa en la lucha de Nelson Mandela (Morgan Freeman) por terminar con la intolerancia racial en su país, evidenciando la dura convivencia de diferentes sectores de la sociedad de ambos colores de piel, obligados por el presidente electo a convivir en armonía.
Cuando Mandela asume la presidencia de Sudáfrica, tiene la difícil misión de unir a su nación, enfrentada por años de injusticias propiciadas por el color de piel. Para ello, promueve al hasta entonces desvalido equipo de rugby, a destacarse en el próximo campeonato mundial que se disputará en su ciudad.
Una estrategia política usa Mandela para lograr la unificación de su país, busca objetivos comunes en ambos sectores de la población: El mundial de rugby. Una estrategia cinematográfica utiliza Eastwood para mostrar la resistencia de la población a convivir armónicamente: Expone dos universos muy particulares que deben aprender a vivir bajo las nuevas normas: Uno es el equipo de rugby y el otro los guardaespaldas.
No por nada estos grupos son los representantes de la sociedad en su conjunto. Ellos son esencialmente violentos y manejan la fuerza como arma para valerse. El equipo de rugby, históricamente fue lugar de los “blancos”. Con sólo un jugador de color negro, deberá acceder a los mandatos de Nelson Mandela, representante -para ellos- de la otra mitad de la población.
Caso inverso es el de los guardaespaldas. Al asumir Mandela, el grupo de custodios es de color negro, pero rápidamente el nuevo presidente impone la incorporación de varios hombres “blancos” en el grupo, obligando a los "mas rudos del asunto" a aceptarse mutuamente y trabajar en conjunto.
Mediante estos ejemplos Clint Eastwood expone el discurso pacifista de Nelson Mandela y su lucha por crear una sociedad unida, aunque se valga para hacerlo del trillado sueño americano. El sueño de Mandela pasa a ser sueño añorado por el equipo de rugby transmitido por su Capitán (Matt Damon). El discurso -de Mandela primero y del capitán del equipo después- no es otro, que el ideal de lucha y esfuerzo para conseguir el triunfo y con ello el apoyo de toda una nación. Algo un poco atemporal por estos días.
Pero mas allá de estas cuestiones “americanizantes” que Eastwood impone a parte de la historia Africana, el director de Gran Torino produce un entretenimiento liso y llano, digno del mejor cine clásico norteamericano. Por mas que la historia transcurra en tierras africanas.