Invisible

Crítica de Juliana Rodriguez - La Voz del Interior

Después de Las acacias, la primera película de Pablo Giorgelli que recibió un casi unánime reconocimiento en festivales y crítica, el director se enfrentaba a la dificultad de salir al mundo con su segundo filme, tras ese precedente.

Más que seguir los pasos de Eli, Invisible está contada desde su mirada. Eli es una joven adolescente del conurbano, vive con una madre depresiva, trabaja para colaborar con la casa en una veterinaria, y allí tiene un romance con un hombre casado. Eli descubre que está embarazada y debe decidir qué hacer al respecto.

El gran logro de Giorgelli y, sobre todo, de la actriz Mora Arenillas, está en traducir el monólogo interior del personaje, su abatimiento y perturbación sin subrayarlo con palabras. La actriz transmite en gestos, miradas y posturas corporales un conmovedor torbellino silencioso. De hecho, la primera oración que pronuncia en el filme es una decisión tajante: “No lo voy a tener”.

Lo que sigue es una serie de viñetas naturalistas que ilustran la soledad en la que la joven debe perseguir esa decisión. La escuela, el hospital, la farmacia, el espacio laboral, el espacio público y el mundo adulto responden con frases hechas, dando la espalda o, directamente ignorándola. Los personajes que representan a esas instituciones (padres, docentes, médicos) aparecen siempre con una distancia insalvable de la protagonista, lejos y a oscuras. También el hombre con el que tiene un romance está a kilómetros de su mundo interior.

Hay otro contexto que rodea de manera sutil a Eli. En un fuera de campo sonoro que es constante en toda la historia, el mundo exterior se instala como una atmósfera opresiva que nunca la abandona y, sin embargo, la deja sola: la radio y la televisión suenan siempre de fondo, los gritos de madres y niños en las plazas, el rumor de los compañeros de clase, el ruido del tráfico y del transporte público de un conurbano que no descansa.

En medio de este paisaje, la actuación de Mora Arenillas se mueve en un admirable in crescendo, que hacia el final intensifica su expresión.

Así, Invisible cuenta de manera sensible, sin golpes bajos ni torpes bajadas de línea, cuán sola puede estar una joven hoy en Argentina, ante un embarazo no deseado. Como un faro, hay un único personaje que la acompaña: su amiga.