Segundo largometraje de Pablo Giorgelli (Las Acacias, 2011). Invisible se centra exclusivamente en presentar un pequeño recorte temporal en la vida de Ely, una adolescente de 17 años, que atraviesa una situación compleja en la que pareciera estar sola y decidir (o no) por ella misma. Lo que vive es un momento de desencanto, gris, de escasa vitalidad, donde no puede hacer conexión con las pocas ayudas que se le presentan. Tampoco puede acometer ni plantarse frente a un entorno familiar, escolar, de relación e incluso laboral donde algo le podría estar funcionando. En ese entorno debe tomar una decisión que aplaza, con un final abierto que no permite vislumbrar ningún cambio sino el de mantenerse existiendo.
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Correcta desde lo cinematográfico, excelente en el trabajo de su protagonista, Mora Arenillas, es un ejercicio intimista y sensible de la narración audiovisual local.
Debemos decir que Invisible toca de una manera muy especial el tema del aborto, y felizmente deja algunos interrogantes para hacer emerger, sin proponérselo o incluso justamente por no decirlo, el rol de muchas prácticas médicas y comunitarias de tantos colectivos en cuanto a hacernos sentir a las mujeres que no estamos solas. Otro dato que también confronta es la difusión del uso del misoprazol, en plena efervescencia de las acciones y campañas del Movimiento Nacional de Mujeres. Porque invisible es la situación de muchas niñas, adolescentes, mujeres, y todo indica que la polémica estará servida ni bien se estrene.
Esta nota se publicó en ocasión de su proyección en competencia en el 32 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.