El director de la elogiada Las Acacias, Pablo Giorgelli, vuelve con un film "de rotunda actualidad": la historia de una adolescente que se embaraza y se dispone a abortar. Pero por fortuna, no hay en Invisible ni oportunismo ni panfleto, si no cine: un seco y directo seguimiento de su protagonista Ely (Mora Arenillas), una chica de pocas palabras y puras acciones, que va del trabajo en una veterinaria al sofá en el que duerme a la clase en la que se aburre. Cuando descubre que está embarazada sólo se lo cuenta a una amiga, y la nube de preocupación se percibe en la falta de atención con la que continúa esa rutina. Hay una madre enferma, depresiva, de baja del trabajo, que apenas sale de la cama, algo de sexo ocasional, y nadie más, en la vida de esta chica sola. Las opciones para un aborto ilegal, como le informan en el hospital, sin ofrecerle ayuda, la dificultad para tomar decisiones o tener acceso a las pastillas que pueden sacarla del apuro, ahondan esa sensación de soledad profunda, de intemperie, que Giorgelli describe con la creatividad de la imagen. Invisible es una película triste, dura y asordinada, pero bastante más que un film sobre el aborto que se estrena justo cuando se debate en el Congreso argentino y en el Día Internacional de la Mujer. Como cine de autor, que tiene claro qué y cómo contar, y con el aporte de su adecuada intérprete, llega más lejos, y perdura.