Invisible

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Tras su auspicioso debut con “Las Acacias” el director Pablo Giorgelli se tomó su tiempo para volver al cine con otra historia íntima y dolorosa, en este caso, de una joven que debe tomar una decisión con las herramientas y posibilidades que tiene a su disposición.
Esa primera película anteriormente mencionada, con la que recorrió cuanto festival del mundo imaginara, tiene algunos puntos en común con esta nueva propuesta “Invisible”, una coproducción con Brasil, que desnuda el universo de una joven llamada Eli (Mora Arenillas) y sus acciones y reacciones en un mundo que le es hostil y que la expulsa.
Ubicando la acción en un barrio de monoblocks, esas inmensas moles que “normalizan” las viviendas y aúnan humanidades, “Invisible” nos presenta una realidad dura para la joven, quien tiene en su espalda el peso económico de su madre y el de ella misma.
Del colegio al trabajo, del trabajo a la casa, así pasa sus horas y días Eli, hasta que una revelación, la de un embarazo no planificado, trastocará el sentido de cada uno de los pasos que intente dar. Giorgelli configura una estructura dramática clásica, en la que prefiere presentar antes que juzgar, ubicando el motor narrativo en la mirada de Eli y su entorno, un círculo vicioso del que no puede salir, muy a su pesar.
Una madre demandante y depresiva (Mara Bestelli), un amante (Diego Cremonesi) que no quiere saber nada de ella más que para estar juntos en la cama, y un presente abismal, son los tres factores y actantes con los que Eli deberá convivir.
Esos tres ingredientes impactaran en la joven por lo que intentará tomar decisiones, desde la inexperiencia, para desplazarse aun sabiendo que alguno de ellos la puede traccionar para sí con consecuencias peligrosas. La fina línea entre ficción y documental se desdibuja. Las actuaciones (principalmente la del trío mencionado anteriormente) potencian un relato que en manos de otro director podría haber terminado de manera diferente.
Aquí no está presente el enunciamiento de preexistencias, el continuo presente de la joven y su entorno, sus idas y venidas, sus arropamientos a la madre, sus escapadas sexuales, todo dispone un contexto urgente en donde la molestia de un embarazo no hace otra cosa que complicar su vida.
La ilegalidad, aquella de la que tanto se habla en momentos en el que el debate sobre el aborto se hace más presente que nunca, circundan cada paso que Eli y su amiga den para poner fin a una situación que la excede. Ante la ausencia de una decisión por parte del Estado, Giorgelli, sin generar un film militante, brega por el respeto por el cuerpo y las particularidades.
Buceando en la miserable y dolorosa existencia de Eli potencia su premisa, para configurar un film rabioso y virulento sobre la adolescencia, las pérdidas, la confusión, el amor, la familia, las necesidades, y, principalmente, el respeto por el otro.