He aquí algo inhabitual: una comedia palestina. Muy buena, entretenida, simpática y también profunda dentro de su aparente sencillez. Y bien protagonizada por Saleh y Mohammed Bakri, padre e hijo en la vida real. Autora, una mujer fuera de serie, Annemarie Jadir, la primera directora palestina. Que además tiene muy buena mano y gran sentido del equilibrio, tanto narrativo como político y hasta "genérico" (nada de mujeres dominadas, aquí la madre de familia se fue con otro, y el hijo es acosado y tumbado sobre el sofá por una jovencita muy directa).
Otro detalle: se trata de palestinos cristianos. La historia transcurre en Nazaret, donde, siguiendo una vieja tradición, las invitaciones de casamiento se entregan en manos propias, casa por casa, tarea en la que vemos al padre de la novia y al hermano, un arquitecto que vive en Roma y vuelve solo para la ocasión. Con ese esquema inicial los acompañamos en la recorrida, lo cual permite asistir a sus charlas y discusiones, y conocer también una galería de hogares diversos, cada uno con su parte de gracia y de verdad.
Se va formando así un cuadro revelador de la vida cotidiana de la gente común de aquellos lares, sus momentos risueños, sus problemas difíciles de resolver, y la importancia de las relaciones sociales y familiares, un asunto universal. El año pasado, en Mar del Plata, "Wajib" se llevó el Premio a la Mejor Película del Festival y también los de Mejor Actor, Cronistas y Signis, la entidad católica, y quedó segunda en el Voto del Público.