Resulta interesante la carrera de la directora Annemarie Jacir, cuyo largometraje “Like Twenty Impossibles” fue el primero realizado por alguien de Palestina en llegar al Festival de Cannes y su ópera prima “Salt of This Sea” (2008) fue la primera película dirigida por una mujer palestina. En este contexto, y luego de su paso por el Festival de Cine de Mar del Plata en nuestro país, se estrena comercialmente su tercer largometraje “Wajib”.
“Wajib” se centra en una reunión familiar entre un padre divorciado y profesor y su hijo Shadi, arquitecto, que volvió a su ciudad natal para el casamiento de su hermana, luego de vivir varios años en Italia. Así es como veremos la preparación de la boda a partir de la entrega de las invitaciones casa por casa a todos los invitados. En ese trayecto irán sucediendo conversaciones interesantes, críticas y hasta discusiones.
La película aborda la diferencia generacional por un lado y, por el otro, las distintas visiones sobre diversas culturas dentro de una misma familia. El hijo vive en Italia y vuelve a su lugar de origen con una mirada crítica de su país y de sus costumbres. Si bien fue criado allí, ahora lo ve con otros ojos, como es el caso del rol de la mujer en su propia boda (por ejemplo el padre le elige la música y ella no tiene ni voz ni voto). De esta manera, tendremos la perspectiva tradicionalista del progenitor y la más moderna de su hijo, generando roces constantemente y una falta de adaptación por parte del papá, que no puede concebir esta “traición” a los valores establecidos.
También es un viaje entre padre e hijo (quienes mantienen este mismo vínculo en la vida real, y esto se nota en la química que muestran en pantalla). Si bien no empieza la relación de una manera y termina de otra, sí se abordan varias cuestiones que quedaron en el tintero o que fueron difíciles de digerir, como que la madre se fue hace un tiempo y los dejó al padre y a dos hijos solos.
Pero a pesar de tratar todas estas cuestiones, el film no es un drama propiamente dicho, sino que en varios pasajes nos encontramos con chistes, sobre todo en estas asperezas de choques generacionales, culturales y deseos propios de cada uno de sus personajes (el hijo quiere seguir viviendo afucra con su novia, mientras que el padre quiere que se quede).
En síntesis, “Wajib” es una película que nos muestra la cultura Palestina a través de las diferencias entre dos generaciones que tienen visiones distintas del mundo y de las tradiciones que se deben llevar adelante, a través de una narración amena, descontracturada y divertida.