Las grandes películas suelen imponerse con claridad, son evidentes. Iron Man 3 -no solamente la mejor de la serie, sino una de las mejores películas de superhéroes jamás realizadas- revela su esplendor y espesor en muchos momentos. Trataremos de entrar en algunos detalles que desarrollen el entusiasmo sin revelar núcleos argumentales. La secuencia del ataque con helicópteros es una muestra sublime de planificación narrativa; es espectacular, es ruidosa, es violenta, es trepidante, y es todo eso sin renunciar jamás a la inteligibilidad. El movimiento de esta Iron Man -en esa secuencia y en otras con aún más acción como "la múltiple" del final- es movimiento comprensible, y lo comprensible lleva a la fluidez, y la fluidez lleva a que una película de producción gigante, con el peso de millones de dólares invertidos, se mueva con singular gracia, hasta con elegancia.
¿El argumento? Estructuralmente lo de siempre: se avecinan villanos, finalmente llegan, hay que vencerlos. El superhéroe, en este caso el hombre debajo de la piel metálica, o sea Tony Stark, lo tiene todo: belleza, riqueza, frases ingeniosas para decirles a sus robots asistentes y hasta a sí mismo, incluso hasta tiene amor. Pero está inquieto, demasiado adicto al trabajo, con ansiedad enfermiza. Y se viene un villano, o unos villanos: la película muestra el origen de la villanía de esta entrega en una secuencia inicial que transcurre en Suiza en el cambio de siglo, con la voz en off de Tony. Luego volveremos al presente, en el que Iron Man 3 despliega un relato de acción, sí, y también de ciencia ficción (especula con un estadio superior de la tecnología y de la biología). Y además cuenta la regeneración del héroe en travesía probatoria clásica: en un momento hay una clave de western, con el protagonista cargando su "montura" metálica sin poder alguno. Debe reconstruirse, reafirmar su valía sin grandes medios, comenzar de cero. Iron Man 3 también es una película romántica, y cuando es comedia a veces es comedia de acción y comedia de ciencia ficción y, sí, comedia romántica. Y cuando es romántica elige el acercamiento lateral al núcleo del sentimiento: las grandes líneas de diálogo sobre el amor, esas que en cualquier comedia romántica se las dice él a ella mirándola a los ojos, aquí Tony Stark se las enrostra al villano en medio de la batalla final. Ese trabajo de inteligencia fílmica, que evita lo directo y va a lo simbólico, a los desvíos, a las figuras, genera una película de especial solidez en su entramado: la acción se disfruta más cuando está bien enraizada en texturas fílmicas definidas, en sentimientos compartidos, en posibilidades de reconocer deseos, anhelos, voluntades. Los personajes de Iron Man 3 están bien creados, y los previamente existentes están bien profundizados, bien madurados.
El director y guionista de esta película deslumbrante es Shane Black, con un solo antecedente como director: Kiss Kiss Bang Bang , también con Robert Downey Jr., un actor que condensa como pocos la sofisticación tensa y la sabiduría de no tomarse nada del todo en serio. Pero Shane Black antes de esa película fue un guionista estrella: Arma mortal , El último boy scout , El último gran héroe . Iron Man 3 es la obra de alguien que puede controlar la pausa y la aceleración de una superproducción de escala global, que puede manejar actores y hacerlos resaltar, en belleza y fotogenia (Rebecca Hall), en posibilidades de transformación (Guy Pearce, Gwyneth Paltrow), en interacción rítmica con el protagonista (el niño Ty Simpkins). De alguien que puede hacernos sentir que es fácil hacer películas así de divertidas, así de ricas (hay múltiples niveles de lectura y múltiples detalles significativos), así de felices. Shane Black ha logrado un espectáculo que piensa, y al hacerlo no ha resignado nada, sino que ha potenciado todo, porque cree en el pensamiento y en el espectáculo, en el humor como mirada y en la grandeza de la acción, en los personajes y en sus anhelos. Porque cree en el cine y en sus posibilidades vigorizantes, tonificantes, vivificantes. Porque cree en el cine como arte fascinante.