No solo es un traje bonito.
Las segundas partes a veces no son buenas, y con Iron Man 2 la ley se cumplió ¿pero quién dijo que las terceras partes no podían, incluso, superar a las primeras? Iron Man 3 es un excelente caso, ya que nos demuestra que hay historias y desarrollos de personajes que merecen ser contados, aunque eso de alguna forma atente al “bien común” ¿Qué quiere decir esto? Que Iron Man 3 no es una constructora, como fueron las anteriores películas, con el fin de llegar a Los Vengadores. Iron Man 3 es una película que ni siquiera trata sobre Iron Man, sino sobre el hombre debajo del disfraz: Tony Stark, interpretado magníficamente por Robert Downey Jr.
Luego de los eventos de Los Vengadores, Tony no la está pasando bien. No puede dormir, apenas sale de su refugio, y dedica su tiempo a crear nuevas armaduras. Él está en un momento de dudas y de inseguridades, en donde cree que él ES la armadura y la armadura ES él. Tony se consumió, desapareció, luego de arriesgar su vida para salvar a Nueva York.
El problema es que el mundo no está esperando que Tony se recupere, y desde algún lugar secreto, hay un terrorista que está amenazando la seguridad del planeta entero: El Mandarín (Ben Kingsley). Armado con tecnologías que permiten hackear los canales de televisión y enviar sus mensajes al mundo, él está listo para declararle la guerra a Estados Unidos. Tony sigue de cerca el caso, pero su amigo James Rhodes (Don Cheadle), más conocido como War Machine (o Iron Patriot en esta entrega) le pide que se mantenga alejado, que el gobierno está detrás de él. Pero el Mandarin se mete con alguien muy cercano a Tony, con su asistente Happy (Jon Favreau), y ahora la cosa es personal.
Mientras tanto, en las industrias Stark, un hombre llamado Aldrich Killian (Guy Pearce), un viejo conocido de Tony, le ofrece a Pepper (Gwyneth Paltrow) el desarrollo de unas licencias para hacer posible Extremis, una tecnología que puede llegar a convertir al ser humano en algo indestructible. Pero Pepper se da cuenta que esto puede ser usado como un arma y decide rechazarlo. Lamentablemente para todos la cosa no quedará ahí.
En un mundo lleno de amenazas, y luego de sufrir dos ataques personales, Tony se encuentra solo, lejos de Pepper, y con una armadura que no funciona. Así deberá investigar cómo atacaron a Happy y dónde está el Mandarín. Tony, no Iron Man. Así surge un viaje interno y externo que nos lleva a la mente del empresario/superhéroe. Sus miedos, sus fuertes y sus debilidades; y a traves de este viaje podremos ver qué es lo que cuenta, si el hombre o la armadura.
Shane Black, el director, decidió hacer una película de acción con dosis de ciencia ficción, alejándose un poco del relato superheróico al que estamos acostumbrados. Las escenas en las que Tony y Rhodes se meten en la acción sin más protección que su virtud y un par de armas hacen acordar a la saga Arma Mortal (Lethal Weapon) por sus dosis de humor y sus choques de egos, y esto es algo que le hace muy bien al cine de superhéroes, porque lo lleva a otro lugar. No tiene la oscuridad de la trilogía Batman de Nolan, ni la solemnidad del Capitán América o las Superman que vimos hasta el momento. Esto es distinto. El héroe es un hombre con miedo, con dudas y con una actitud despreciable. Y así y todo, nos interesa más qué pasa con él cuando está fuera del disfraz de hojalata que cuando está adentro. Un gran triunfo de Marvel.