El Hombre de Hierro Asciende
Tony Stark, el excéntrico millonario interpretado por Robert Downey Jr., regresa a nuestros cines con la tercera entrega de Iron Man. Ya sin Jon Favreau en la silla de director pero con la labor del promisorio Shane Black este film llega para abrir la Fase 2 de Marvel, esa que tendrá las segundas partes de Thor, Capitán América: El Primer Vengador y Los Vengadores y el debut de Guardianes de la Galaxia.
Iron Man 3 se vuelve a centrar en el querido Tony Stark para contarnos cómo deberá enfrentarse a una potente amenaza llamada El Mandarín, que busca por todos los medios sembrar el caos en los Estados Unidos y de paso destruir su reinado. Mientras combate al poderoso enemigo de origen desconocido deberá intentar superar las secuelas psicológicas que le dejó el cruento enfrentamiento que tuvo en Nueva York cuando Loki y su la flota Chitauri intentaron dominar el planeta Tierra.
La franquicia Iron Man pedía a gritos que soplaran vientos que la encaminaran, ya que su segunda parte significó una entrega mucho más rimbombante pero menos coherente en comparación con la estrenada en el 2008. Iron Man 2 no es del todo redonda no sólo por no conseguir desplegar una tensión que ponga realmente en peligro a Stark, y que por consiguiente signifique el paso con un compromiso mayor con el visionado de la cinta, sino también por no centrarse, al igual que en la primera parte, en desarrollar aún más la pomposa y atrapante psicología de ese egocéntrico millonario. Es que si hay algo que distingue a Iron Man del resto de los superhéroes es su desprecio por la figura clásica heroica de mantener su identidad en secreto y la de anteponer el alimento de su ego en el reconocimiento y admiración de su público.
Dicho esto hay que decir que Iron Man 3 es brillante, se hizo todo bien. Y ahí entra la figura de Shane Black como reemplazo de Jon Favreau (que vale reconocerle marcó el camino en el pasado) para volver a dotar a la tercera película de esa mística que en el film de hace 3 años se había empantanado un poco. Es que Black aprovechó y potenció el principal lineamiento del comienzo de la franquicia, pero a eso le sumó su pirotecnia visual y una narrativa al palo que sirvió para revitalizar a Iron Man 3 y quitarle el mencionado sinsabor del pasado. Por medio de la informal y canchera voz en off amplificada por la estética pop, los bellísimos y potentes ralentis, los saltos temporales, la moderna puesta en escena y las ampulosas piezas musicales, que remiten en parte a la ópera prima del realizador llamada Entre Besos y Tiros (Kiss Kiss Bang Bang), Shane demuestra que a pesar de la poca experiencia en la dirección su firma se encuentra más que presente. De hecho este film está mucho más emparentado a un thriller de acción con muchos tintes puros de comedia, con giros narrativos sorpresivos y personajes cuyas apariencias engañan, que a una película de superhéroes hecha y derecha.
Una de las claves en la perfección de Iron Man 3 se da en aumentar la figura de Tony Stark, de hacerla aún más compleja y más profunda. De concentrarse sobre todo en sus conflictos internos. Es decir, de volver a las raíces y volver a centrarse en la figura de este ser supremo (?). La exitosa franquicia ha mostrado a lo largo de sus tres películas que Iron Man es más un rockstar que un superhéroe y esta amplificación en la sensación de idolatría que se da más por la persona que por el individuo sobrenatural con traje metálico es la que logra aumentar con grandes resultados este film.
Como bien dice el tío (?) Tony en el film: Iron Man es una parte de su cuerpo. A esa asociación podemos agregarle que Tony Stark e Iron Man son propiedad intelectual y corporal (?) de Robert Downey Jr. El contrato con Marvel venció en el 2008 con el estreno de Iron Man. Es que el actor de Chaplin lleva ambas personalidades dentro de él. Las dos conviven en una simbiosis autoconsciente asombrosa que hacen imposible imaginar otro Hombre de Hierro sin Downey Jr. Gwyneth Paltrow, nuevamente en su rol de Pepper Potts, también crece para dejar de lado la sola labor de ser el ancla que amarre a Stark a la realidad. Ahora es su confidente, su pareja y hasta incluso su salvadora tanto en el aspecto físico como psicológico.
Hay un gran acierto, que podría haber sido un grave error según el progreso de la obra (léase Spider-Man 3), en desarrollar en la historia a más de un enemigo con poderes realmente poderosos. Guy Pearce, que por momentos recuerda al recordado T-800 de Terminator, y Ben Kingsley cumplen como villanos del film con infundir el miedo necesario para poner en riesgo el físico de Iron Man, algo que Mickey Rourke y Sam Rockwell no lograron alcanzar en ningún pasaje de la segunda entrega.
Iron Man 3 vuelve a mostrarnos en su mejor forma al Hombre de Hierro, un Tony Stark más endeble y palpable y por consecuencia más en peligro. La vuelta a las bases, la frescura y complejidad aportada por Shane Black y la gran labor de Robert Downey Jr. hacen que este film se convierta en una de las más grandes películas de superhéroes que se ha hecho hasta hoy.