Primera aclaración: a los chicos, este dibujo animado en stop motion puede parecerles más raro que bueno. A los mayores también. Eso es típico de Wes Anderson, el autor de "Los excéntricos Tenembaum", "Vida acuática", y las más atractivas "Viaje a Darjeeling", "El Gran Hotel Budapest" y "El fantástico señor Zorro", dibujo basado en texto de Roald Dahl, que aquí no tuvo estreno comercial.
Lo que ahora vemos se basa en textos propios, con ayuda de Kunichi Nomura y amigos, dirección de animación de Mark Waring, singular ingenio, y, por supuesto, perros. Veamos. Frente a un peligroso virus transmitido por los animales, y atento a la campaña electoral, el mandamás de una ciudad japonesa "salva" a la gente enviando a los mejores amigos del hombre a una isla que sirve de basurero. Hasta allí va un niño, para rescatar a su mascota. Mientras, un científico que encuentra el antivirus resulta envenenado, y una estudiante norteamericana de intercambio actúa como la conciencia cívica de la sociedad japonesa y lidera la reacción contra el malo de la película, que, sin embargo, también puede tener un gesto que lo honra (cuando se ve descubierto). Hay partes memorables, un sentido paródico que neutraliza toda posibilidad sentimental, y una frase irónica aplicable a muchas otras historias de trasfondo político: "El abuso de poder y corrupción se redujeron a niveles aceptables".