El artista Wes Anderson, porque no hay otra definición que le quede mejor que esa para hablar de su trabajo, vuelve a reincidir en la animación con una propuesta que trasciende su impronta.
En la historia de Atari y los perros aislados, Anderson nos habla de una realidad aplicable a cualquier ser vivo. Una distopía con reminiscencias de épica samurái que roza lo sublime por momentos.