Marcelo Piñeyro, director de taquillas comerciales como ''Caballos salvajes'', ''Cenizas Del Paraíso'', ''Plata quemada'' o ''Tango Feroz - La Leyenda De Tanguito'' (cuya versión remasterizada será reestrenada en cines en septiembre), estrena su última película, que fue rodada en España y con un notable reparto de actores españoles.
Ismael, quien da nombre al film, es un niño mulato de 10 años que se escapa de su casa en Barcelona y viaja solo a Madrid en tren para buscar a su desconocido padre biológico.
Quien recibe la visita inesperada del niño es su supuesta abuela, que lo ayudará a cumplir su cometido reuniéndolo con su hijo.
Tras un interesante comienzo, planteado cuasi como una road movie con buen ritmo y una cámara que aprovecha al máximo (cual institucional turístico) las bellas locaciones de la ciudad Española, la acción se traslada en la segunda parte de la película a un pequeño hotel de una localidad costera catalana, donde se reunirán de forma inevitable y ante la ilusión e inocencia de un niño que espera las respuestas de su padre, todos los personajes involucrados en la vida de Ismael. Lugar donde surgirán y resurgirán antiguas emociones del pasado y donde también tratarán de recomponerse ciertas diferencias familiares en la relación madre hijo.
El film se cimenta fundamentalmente en las actuaciones tanto de Belén Rueda, haciendo de esa joven abuela distinguida, cálida y distante a la vez que alterna el drama y la comedia de forma excepcional, como por el niño Larsson do Amaral, bastante natural y desenvuelto cuya mirada transmite ternura.
Mario Casas, en el papel del padre, brilla en el comienzo pero la falta de matices en su personaje (tiene la misma expresión para transmitir alegría o pena) lo diluyen. La química entre Belén Rueda y el consagrado comediante español Sergi López, que interpreta con naturalidad y simpatía un personaje poco aprovechado, le aportan aún en situaciones poco verosímiles la dosis de humor y distención al film. Pero salvo Ismael y Belen Rueda en determinados momentos, el resto de los personajes van conformando estereotipos y no consiguen emocionar al espectador.
A partir de la mitad del film la historia se vuelve pretenciosa, intenta abordar diferentes temas como la ruptura familiar, la paternidad y el amor, la amistad, las segundas oportunidades y hasta una crítica social sobre el actual estado de la sociedad europea frente a la educación y la inmigración ilegal, sin profundizar en ninguna.
La película busca en todo momento aludir a las emociones del espectador, ya sea a través de banda sonora, reforzando situaciones sensibleras que por sí solas no provocan el efecto buscado, o haciendo que los personajes expliquen lo que están viviendo.
Ciertos diálogos forzados, algunas situaciones superficiales donde nada sucede (como la huida nocturna por la playa del niño) y un par de momentos inconclusos e inexplicables que rozan la inverosimilitud (como el cambio de registro y puesta en escena propia del género de suspenso o thriller para la escena de la caldera, en la que finalmente no pasa nada), hacen que en la parte final vaya decayendo el interés y a medida que se acerca el desenlace nos quede un film que prometía más de lo que deja.